TRATADO DE RELIGIÓN

Me dices que tu nuevo novio es un gran hombre
que se permite exhibir ciertos aires de grandeza
que cada mañana, y cada noche pronuncia tu nombre
y que llegada la ocasión, si es necesario, incluso reza.

Yo soy un poco ateo, debo de confesarlo sin ambages
pero ya me dirás tú en qué dioses debería de creer
en mi vida no he hecho otra cosa, excepto querer,
y ahora llevo la desilusión como mi único equipaje.

Pedí al cielo que no te fueses y por toda respuesta
encontré una nota tuya, ya sabes a qué me refiero,
aquel día lo pasé mal, cerré de golpe la puerta,
pero no puedo dejar de reconocer que aún te quiero.

Nadie resuelve el problema del amante abandonado
todos le dan palmaditas, como si fuesen parientes,
algunos le dan consejos, otros lo dejan de lado,
quizá saldrían corriendo si le hallasen inconsciente.

y sobre la religión no nos pondremos de acuerdo,
para ti es necesario rezar, aunque no sea domingo
yo creo en la soledad, pues te permite estar cuerdo
si otro hombre, con tu boli, acaba de cantar bingo.

Me conoces, te conozco, y éstos conocimientos
tan profundos, tan perennes como nubes en el cielo
no han logrado que por tí cambiase de pensamiento
anhelando tu presencia, tal vez con el mismo celo

con el que te perseguía, en las tardes olvidadas
de un otoño sin plumajes en las aves de estación
cuyo vuelo nos anuncia, tras una breve parada,
que ha llegado el momento de afrontar la situación.

Me quedo con la esperanza de volar un día a verte
si es que tuvieras a bien decirme dónde te metes,
encontrarnos de repente sólo podría ser suerte
quizá me diese también por lanzar algún cohete.

Pero son sueños que quedan en el baúl del olvido
sumergidos entre paños que ya no dan más de sí
tanta lágrima han secado, tantos años han servido
que puede decirse de ellos, que valen un potosí.

Esperando que estés bien ahora te digo: disfruta
mientras esperas paciente que se detenga tu tren
envidioso de tu dicha cogí un expreso también
lástima que no llevasen, estos dos, la misma ruta.


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