jueves, 31 de marzo de 2016

CUALQUIER OTRA ILUSIÓN






Ya no hay tiempo para amar, el reloj se ha parado
en alguna hora entre el amanecer y el mediodía
afuera canta el cuco, en otro nido que ha robado,
si cantase en latín, seguro que entonaba letanías.

Cuando la madreselva discurra por las ramas
de las encinas, si en éste bosque hay alguna,
y toda la esperanza se pierda, como escamas,
que van cayendo de la piel, no habrá ninguna

voz diciendo que la fiesta le gustó, no la hubo
o al menos yo no la vi, pues estaba disgustado
por el hecho de, en ti, no haber nunca confiado
o porque tu nuevo amor, arropándote, estuvo;

y fue el alma del festejo, sonriendo entre todos
apurando las copas de champán sin disimulos,
se sintió bien a gusto, no precisó de estímulos,
hasta puede decirse que hablaba por los codos.

Ya no soy nadie para juzgar tu vida y si lo hice
en tiempos, ahora me arrepiento y lo siento,
y no son estas la palabras que se llevará el viento
cuando el suave algodón de las nubes atomice

y refresque, de paso, a cualquier ciudadano
leyendo tranquilo su libro a la sombra del arce,
si es que existen aquí, sosteniendo en su mano
cualquier otra ilusión, como broche que engarce

uno de nuestros mundos, con el vacío fiel
que ha dejado tu ausencia, infinita y cruel
a lomos de un caballo que se resiste a irse
si le queda un trocito de cuerda para asirse.

Luego de que la música se hubiese ya apagado
y las copas, vacías y sin dueño, esperasen en vano
estar, como al principio del baile, asidas por la mano
de cualquier asistente al sarao, que ya se ha marchado,

me quedó a mí la duda de esperar por ti en la vereda
o alejarme en mi coche, raudo, por la vieja autopista
donde a tantos y tantos sueños pasábamos revista,
mientras tú me preguntabas cada poco, cuanto queda.

El infinito amor es sólo una licencia para hacer poesías
no hay nada en este mundo que sea para siempre, quizás
y si me apuras, sin duda el dolor puede durar un poco más,
pero nunca llegaría a alcanzar la longevidad de mi agonía.





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COMO HOJA DE PALMA





Vamos a imaginar por un momento que te marchas
y que todo lo dicho hasta ahora, no era cierto;
tengo la sensación de que me ha mirado un tuerto
mientras camino sin protección, sobre la escarcha.

Al filo ya de la primavera, un mes tan sólo queda,
sigo pensando igual que en el invierno frío
con la misma ilusión que tenía siendo un crío
y para enamorarse de verdad, alguien abrió la veda.

Entonces apareciste tú con tus coletas recién hechas
y la mochila al hombro llena de corazones dibujados
cada uno de ellos pertenecía a un amante deshecho
y se dice que no estaban los de aquellos despechados

por el olvido gris de tu memoria, entonces tan selectiva
como parca es ahora, siempre dispuesta a refrescarse
cada vez que cae la tarde sobre la ciudad, y el sol cultiva
unos rayos enormes que tienden enseguida a marchitarse.

Puestos a imaginar, tal vez un día de mercado
sobre las nubes de algodón, un pájaro lejano, volará
y negándose a llevarte un mensaje de paz, se reirá
cada vez que le amenace con el puño cerrado

sabiendo, como sabe, que es inalcanzable
como la grácil mosca lo es para ése sable
que porta el militar, en mitad de la guerra
tan largo que va arrastrando por la tierra

mientras allá a lo lejos entre el fragor de los cañones
ése pájaro burlón que hacia las nubes volaba, no se fía
pues siente ahora cercano el humo, del que antes huía
y se mete en su nido, donde encontrará las sensaciones

perdidas de otros tiempos, sin pareja y sin alma
supuestamente alegres, pero en el fondo tristes,
como las horas que han pasado desde que te fuiste
y entonces mi mundo cayó, como hoja de palma,

seca en su exterior, aunque con un hálito de vida
donde se une con el tronco plenamente arrugado
que le proporcionó seguridad, y asimismo comida
aunque ahora, aquella íntima unión ha terminado.

Que nunca es tarde, es verdad, y coincido contigo
en que miro demasiado el reloj, quizá impaciente
por saber lo que me espera al salir, cojo el abrigo
y me alejo con los ojos llorosos y el alma doliente.-





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NO LLAMES TODAVÍA A LA PALOMA





Por si un día no estoy, y tienes que decirme
cualquier cosa importante, o aunque no lo fuera,
debemos amaestrar una de esas palomas mensajeras
y así, cada vez que muy lejos de ti yo tuviera que irme,

atarías a su pata un mensaje, escrito en un papel,
y el animal, que para estas cosas,te sería muy fiel,
me lo llevaría allende los mares, hasta depositarlo
en mi regazo, y aunque sería difícil desarrugarlo,

al final conseguiría leer lo que en el figurase
bajo la atenta mirada del grácil mensajero
lo que te llevó a reflexionar un día entero
quizá yo, en un par de minutos, lo leyese.

En mis ojos, vería la paloma, o bien la dicha
por las buenas nuevas, o en el peor de los casos
con nuestra relación, otra vez abocada al fracaso
la lágrima infinita que trae a colación una desdicha.

Quizá no descansase porque sería urgente
regresar a tu lado, sin fijarse en la gente
que trataría de distraerla con halagos
atravesando bosques, sobrevolando lagos

y buscando en el cielo el auxilio del viento
que le permitiese planear sobre nuestra vida;
parando una sola vez para procurarse comida
pues incluso para volar hace falta alimento.

Su vuelo nos haría permanecer unidos
al menos hasta haber leído los mensajes
como nunca conoces del todo el contenido
no hay otra solución que completar el viaje.

Harta ya de recorrer el mundo, la vieja paloma
en pos de unas dudas que parecerían ser eternas
miraría con ansia tus manos, siempre tiernas,
para ver si el mensaje acababa en punto y coma,

o solamente en punto, dando el amor por fenecido
así, en unas pocas horas estaría ella en su nido
donde también la esperan, aunque por otra parte,
es el trabajo lo que te permite de verdad realizarte.

Ahora que no estoy, y aunque tengas algo que decirme
no llames todavía a la paloma, pues está descansando
en lo que vas a escribir en el mensaje, vete pensando
y yo te explicaré a vuelta de correo porqué acabo de irme.-






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