sábado, 30 de abril de 2016

CUANDO EMPEZAMOS A AMAR






Por una vez comprendo a los que aman
teniendo al mismo tiempo el sentimiento
de esperar, bien agazapados, su momento
para salir de su agujero, solo si les llaman.

Cuando empezamos a amar, superado el tramo
de la vida, en el que de la madre dependemos
y acudimos a casa de la amada, con un ramo,
intentando no aparentar que somos memos

siempre nos recibe la misma sintonía:
los ladridos de un perro bien atado,
el olor a puchero viejo y recalentado
y un ajado geranio, allá en la galería

junto al pájaro bobo que canta en la distancia
y también si te acercas, pues su vida es el cante
temerosos también de sufrir un desplante
eternamente ansiosos, valga la redundancia,

con el ansia infinita de que la tarde acabe
con tu madre en el cine y nosotros en la alcoba
pero el diablo por viejo más que por sabio sabe
y ella se resiste a marchar, a pesar de la coba,

que le podamos dar los dos en comandita
hoy su idea consiste en no dejarnos solos
no hay ninguna ley que prohíba las citas,
pero ella preferiría vernos jugar a bolos.

Hay momentos muy dulces en plena relación
otros no lo son tanto, pero tienen su aquel,
quizás el porvenir ya esté escrito en papel
puede que hasta Cupido nos llame la atención

cada vez que salgamos, así, a la aventura
bien cogidos del brazo, de paraguas provistos
por si un chaparrón nos cayese, imprevisto,
y el agua terminase con la poca cordura

que queda al acabar con cualquier relación
siquiera sea corta, como lo es la vida;
en el fondo hay amor, pero se ve enseguida
que suele terminarse, como aquella canción

tantas veces oída y a dúo tatareada
simplemente olvidada tras noches de placer
detrás de cada noche, hay un amanecer
tras de un beso tuyo, no parece haber nada.-



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EN UN OLVIDADO ANDÉN






Estoy triste cuando te marchas como el viento
de las calles desiertas, lamiendo las esquinas,
mi vida se convierte en un perenne lamento,
tan vacía y desesperada, que ni te lo imaginas.

No hay nada en el mundo más cruel que el amor
que estando en su apogeo, todo el mundo lo desea,
pero si se acaba, y de todo hay en la viña del señor,
alguien deberá, como siempre, bailar con la más fea.

Y quedarse a mitad de camino, cuando quería llegar
al destino final y descansar quizá entre sus familiares,
mil veces durante la vida hay que volver a empezar
cada vez que se destruyen sin querer nuestros hogares.

Es la sombra de la duda la que nos oculta el sol
impávido tras la nube que se presentó a cenar
tan solo para enseñarnos cómo se podría amar
si fuésemos manejados por hilos como un guiñol.

Y en la montaña lejana, allá donde el horizonte
rompe una lanza en favor de los amantes y todos
habíamos decidido besarnos de cualquier modo
sin importar el pasado, en lo más alto del monte,

quedan signos de grandeza, de pasados esplendores
y las flores de alta gama, exhibiendo su bouquet,
se hacen cruces escuchando una sarta de rumores
algunas historias ciertas y otros tantos porqués;

y dejan que las abejas se lleven sus ambrosías
para fabricar la miel que comeremos un día,
y aunque es dulce, hay amargura en el fondo,
al menos es lo que dicen de ella los sabihondos,

pues se trata de poner en solfa toda experiencia
que nos diga abiertamente que el cielo nos espera
nada es del todo verdad, pero tenemos conciencia
y eso puede permitirnos cogerle la delantera

a una situación extraña, a determinados sueños
que nos obligan a estar despiertos a todas horas
o de otro modo ese tren, si no viene con demora,
se irá vacío, quedando, como perritos sin dueño,

en un olvidado andén de una estación perdida
en el medio de la nada, sin comer al mediodía;
quizá no sepamos mucho del amor o de la vida
pero debemos aislarnos de toda ésta algarabía.




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CADA VEZ QUE TE VI






Me voy a olvidar de tu existencia enteramente
forzado por las circunstancias, pero contento,
por haber formado parte de tu vida, en un intento
de amarte, y sobre todo, de ser amado plenamente

Hoy voy a abrir el melón de la desdicha y el llanto
y lo comeré a rodajas, poco a poco, sin prisas,
no voy a invitarte a probarlo, y mientras tanto
tú puedes dedicarte como antes a repartir sonrisas.

Cada vez que te vi, me imaginé un poema diferente
en cada tarde gris entre las nubes el sol se adivinaba
cada beso era oro, y en tus brazos, el amor esperaba
a que alguien en la mañana le despertase tiernamente.

Pero cuando las olas del agitado mar de la injusticia
trajeron a la playa trozos de corazón y de almas rotas,
tras de haber degustado el amargo sabor de la derrota,
para guiar el barco a buen puerto no tuve la pericia,

y sucumbí en la arena, después de haber remado
el tiempo suficiente como para llegar hasta la orilla
una vez allí incluso me hubiese puesto de rodillas
porque, si es cierto que en tiempos me has amado

no lo es menos que ahora de mi intentas alejarte
haciendo, eso sí, como que te quedas y me quieres
entiendo que es la indiferencia lo que más me hiere
y es por eso que estoy intentando el dejar de amarte.

Te propongo una tregua en los besos y en las citas;
no dejaremos que Cupido nos marque hojas de ruta
nadie ajeno a nosotros, conocerá de nuestras cuitas,
aunque los besos dejen el amargo regusto de cicuta.

y sólo el viento, el sol y el mar sabrán de nuestro celo
por ocultar a todo, todo el mundo, una historia irreal
incierta en la parte en que nos pareció tocar el cielo
veraz cuando hubimos de poner ambos pies en el suelo

y parecida a los cuentos, aunque sin un final feliz,
puesto que la calabaza no se convirtió en carroza
y también porque, si la senda del amor desbrozas,
manejando la cuchilla se puede cometer algún desliz

y cortar junto con la mala hierba, ese capullo en flor
que apenas asoma su carita por entre el tupido follaje;
haré acopio de valor, y tomaré una copita de coraje,
y luego me pondré de rodillas, declarándote mi amor.



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LUNES 11 DE ABRIL






Por otra parte, asumo que lo nuestro es finito,
quizá un poquito cursi, pero siempre fugaz,
ahora, que me siento conmigo mismo en paz
me gustaría decir que ha sido muy bonito.

Las campanas de boda, ya nunca sonarán
ni habrá convite para propios y extraños
como siempre el destino su deseo impondrá
y tras habernos amado todos aquellos años.

Volverá la tristeza, tan alegre al marchar
hacia otros parajes, con el fin de acabar
como hizo con nosotros con todo su cariño,
el amor es un Dios, pero a la vez es un niño

y a veces se rebota, cuando los hombres aman
y las mujeres sufren, un tiempo fue al revés,
pero parece ser que el mundo recuperó la fe
y ahora hay relaciones que al tocarlas queman.

Y digo todo esto porque no hay más que hablar
todo cuanto dijimos, ya quedó registrado,
en los libros de amor de un archivo olvidado
cuyas estanterías, otrora limpias, están a rebosar.

Pero queda un resquicio de esperanza y anhelos
tan pequeño que no cabe por él ni un alfiler;
por conservar tu amor hasta pagué alquiler:
por no saber de ti, me atormentan los celos

y busco, entre las hojas ajadas de un cuaderno,
donde escribí poemas justo en la primavera
que no nos vimos tanto, y me entra dentera,
por no haberte enseñado esos versos tan tiernos.

ya sobran las palabras cuando los gestos nacen
en un viejo hospital, y antiguas comadronas,
su maldito aquelarre de cada gesto hacen
son como alguien dijo, de la dicha, ladronas

y no están en la cárcel porque nadie las juzga
si fueran coherentes ellas mismas dirían
cuáles son sus pecados, y al final morirían
mientras el frío viento, el invierno promulga.

Oh, sí, ya sé, que lo nuestro es finito, lo eterno
nace sólo para durar un tiempo muy cortito;
mientras tanto supongo que cogeré el cuaderno
y si me quedan ganas, escribiré un poquito.




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NO ES QUE NO ME FÍE.






Puede que uno de estos días vaya a verte, vida mía
y me vista con elegancia, incluso con una pajarita;
no llevaré puesto sombrero, pues sé que eso te irrita
y me gustaría ver cómo me muestras toda tu alegría,

Puestos a imaginar, me llevaré el mercedes, el auto
que sólo utilizo en las grandes ocasiones, tantas
como estrellas hay en el firmamento; hoy seré cauto
y no preguntaré por qué mientras te duchas, cantas.

Tu alegría es la antesala de mi llanto y cuando ríes
hay algo dentro de mí que me impulsa a cuestionar
cada día que pasamos juntos; no es que no me fíe
es sólo que me falta una pizca de hábito para amar.

Solo se puede ser sincero, si se dice la verdad
y únicamente se miente como modo de defensa
hay mucha literatura, incluso en la necedad,
y no todos al igual que sus semejantes, piensa;

hoy es todo divertido y mañana vendrá el llanto
a lomos de una maraña de quejidos y lamentos
un poco de aire fresco, como brisa en movimiento
extenderá sobre mí, con voz pausada, su manto

y en cada rincón de casa, apesadumbrada y sola
se acurrucará la dicha, hoy viuda y desamparada
si contrae nuevas nupcias, cuando se vea casada,
quizá ponga una canción en la gastada gramola

que hable, cómo no, de amor, aún a regañadientes
pues nadie sabe en verdad cuando ama, qué se siente
pero no lo reconocen, porque el destino no espera
aunque a veces sí descansa, tal vez una vida entera.

Y no es fácil concluir una relación distante
de un punto de reunión cada día más lejano
déjame quererte así, cogiditos de la mano,
quiero amar y sobre todo abrazarte tiernamente

porque todo en derredor me impulsa hacia tu belleza
tan salvaje como el coco que por su peso, se cae,
debes de tener cuidado o te abrirá la cabeza
como ese amor primero, que de cabeza, te trae

para luego arrodillarse ante un ídolo de barro
hecho de billetes grandes, aunque no tan duraderos
como el cariño de un hombre, como ese amor verdadero
que a veces va en un coche viejo, un verdadero cacharro.-




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HOY HE VISTO UN NUEVO AMANECER






Si llamas a mi puerta y no te abro, me habré ido
probablemente triste, pero ya convencida
de que lo que vivíamos en común no era vida
al menos no, tal y como yo la había concebido.

Eres el rey de la palabra hueca y de las mentiras
y yo soy la princesa del llanto, que siempre llora
a cada instante infeliz, la que se pasa horas,
esperando ese momento que nunca llega y suspira

porque el nuevo día, por fin, te traiga de la mano
hasta el dintel de mi cama, con las sábanas nuevas
oliendo a suavizante, aunque húmedas de llanto,
de lágrimas que acaban por salir, de tanto en tanto.

Hoy he visto un nuevo amanecer, parecido a otros
me he vestido sin prisa y con las mismas prendas,
para que si un día vuelves, al verme, tú comprendas
que el dios del amor, quizá, se olvidó de nosotros;

y el cariño se nos fue por el desagüe, al río
donde van a parar sentimientos enfermos
el cual se hiela en invierno, debido al frío,
aunque se pude andar por él si lo queremos.

El amor es de hielo y aunque parezca fuerte
quizá sea agua, húmeda y débil, por debajo
si merece la pena arriesgarse en ir a verte,
es porque luego se pierden días de trabajo,

al tener el corazón enfermo en cabestrillo
por culpa de aquella caída, al final evitable
resbalando de lleno por el hielo inestable
para terminar estrellada contra los ladrillos

que componen la verja que limita mis pasos
hecha un poco al azar y otro poco a conciencia
por albañiles hábiles, que derrochan sapiencia,
pero cuyo margen de maniobra es escaso.

No vayas a olvidar mi llanto, ni tampoco sonrías
al verme, no quiero compasión, y si tanto te fías
de tu buena intención, pues entonces te espero
un día, a la hora que quieras, para un ratito efímero

sentados frente a frente, al lado de un café titubeante
el cual recién hecho, echa humo, ya que aún está caliente;
sé que luego te irás, como sueles, mirando hacia adelante
y yo trataré de evitar una vez más, mil lágrimas ardientes.




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NO CALLES NUNCA MÁS






Muchas veces me miras, sin comprender qué digo
y esperas una explicación, la cual nunca llega,
es una relación fría, lo sé, y coincido contigo
en que parece ser producto de un buen estratega

para cortar con una relación que nos ahoga,
como al reo al que han condenado a muerte
al que el destino ha abandonado a su suerte
y ya pende, sin un hálito de vida, de la soga;

cáñamo cruel cuyas hebras atenazan su garganta
sin dejarle exhalar ni un último suspiro de alivio;
daría su vida en este instante sólo por seguir vivo
mientras ve con horror como el nudo adelanta

un centímetro más y esta vez sin remedio, estará muerto,
ya sólo quedará llorar por el difunto y ensalzar su pasado
porque no habrá futuro, una vez en la tumba embalsamado
y dada la noticia a los deudos, reunidos en pleno desconcierto.

Cada vez que no sepas a qué carta estoy jugando, me lo dices
no calles nunca más, no es de recibo que llores a escondidas,
cuando sabes muy bien que las lágrimas son hojas escindidas
de una rama lejana de un árbol próximo, casi en tus narices,

cuyo follaje no deja ver más allá del día siguiente al de mañana
como los vidrios húmedos no nos permiten mirar por la ventana
como el sol en el rostro nos incapacita para ver temporalmente
cualquier cosa que esté en nuestro radio de acción, escasamente,

a unos cientos de metros, pero ahora sí, tan lejos como Marte
un planeta lejano y triste, rojo como la ira que achica tu pupila
mientras allá en el puro cielo, negro azabache, una estrella titila
y me envía a través de un mensajero, la mejor forma de amarte.

No pretendo ser fiel, pues yo nunca lo he sido, si acaso,
me queda la esperanza de haberte hecho feliz así, a ratos
contando chistes malos y llevando un equipaje escaso,
sacando apenas un par de calcetines de un baúl barato.

Si fuese un mago podría sacar algo de la chistera
y ver como sonríes, mostrando esa alegría
por la cual ha tiempo se te reconocía
como por las flores, a la primavera.

No lo soy y lo siento, y por eso me voy, casi sin aliento
un poquito humillado por no haberte hecho entender
una filosofía ya bastante trillada, que sirve de alimento
al innegable hecho de que nunca hemos dejado de querer.




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TÚ TE QUEDASTE EL ÁTICO






Duele verse tan lejos de tu vida, como ese vestido viejo
que abandonas tras años y años de uso, en el armario,
como esas hojas, arrancadas mes a mes del calendario,
como una barca, varada al final de la playa, allá a lo lejos.

Yo no esperé grandes proclamas de tu parte, si acaso,
alguna caricia aunque no fuese sincera, ni profunda,
una carta de amor, de vez en cuando, y llegado el caso
tal vez una prueba de cariño, más o menos rotunda.

Como ves, no soy el hombre más guay del universo,
admito sin problemas que soy muy limitado e inexperto
pero se me da bien el amor, y el componer estos versos,
sobre todo cuando todo alrededor parece estar perfecto.

Puede que todo gire en torno a la luz de una luna huidiza
y las estrellas para salir de noche, se nos vistan de fiesta,
pisaremos con cuidado las aceras, hechas de piedra caliza
aprendiendo los secretos de la suma, olvidando las restas

y trataremos de ser felices, al menos hasta medianoche,
deseando que nuestra ágil carroza no torne en calabaza,
tomando champaña, mientras oímos música en el coche
de un bonito tono amarillo, yo diría que de color mostaza.

Para la historia, quedan esos buenos momentos
en los que ambos dimos lo mejor que tuvimos,
algo de dinero en la cuenta común que abrimos
con la feliz idea de invertir, en cemento,

y comprar nuestro propio nidito de amor, un ático
con luz a todas horas, el no va más del lujo,
con un buen ascensor, un portero antipático
para esperar, de madrugada, que llegase el influjo

de la pálida estela de un cometa harto de divagar
cruzando universos que no están ya a su alcance
dejando tras de sí unos trazos, como espuma de mar
procurando no causar, a su paso, ni un solo percance.

Ahora ya no queda ni rastro del dinero, empleado,
en gastos suntuosos y de dudoso fin, a la sazón,
tú te quedaste el ático, totalmente amueblado,
mientras a mí me ha quedado muy roto el corazón.

Seguro que disfrutas de la brisa en verano, tomando
una copa de vino, quién sabe si en buena compañía,
mientras yo de tu mundo debo de irme alejando
espero que nadie crea que lo hago con alegría.-



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