sábado, 30 de septiembre de 2017

POR DONDE SUBEN LOS SUEÑOS





Solamente el peregrino regresa de algún lugar
el resto de los mortales, viven su anodina vida
y cometen los errores que siempre se suelen dar
cuando haces una foto, y ésta te sale movida.

Para cuando el jardín nos enseñe ya sus flores
y los frutos, aún tiernos, estén esperando turno
espero estar junto a tí, en un concierto nocturno
o quizá los dos en casa, superando los temores

de una relación fallida que nos canceló la fe
en amoríos secretos, de aquellos de culebrón
nos sentamos en un bar y pedimos un café
y mientras tanto, en el aire, estallaba la pasión

porque nadie pierde el paso cuando se trata de amar
ni tampoco hacen contratos, simplemente van y besan
unos labios que se ofrecen como si fuesen la presa
listos para un intercambio, prestos para enamorar.

Y se olvidan de que un día, no muy lejano, solían
dar tumbos por la avenida, entre coches y farolas
cada vez más los turistas, hacia allí se dirigían
para adquirir unos besos, se ponían a la cola

y se iban tan contentos, casi, casi satisfechos
con la compra, y con el precio, no muy alto;
parecía que el negocio había tocado techo
buscaron otra ciudad en orden a dar el salto

y en aquellas latitudes donde el amor no existía
abrieron una ventana al deseo, sin cortinas
compraron una trompeta, para tocar con sordina
y al oír sus bellos tonos, pues la pena remitía

y así se hicieron de oro, ganaron muchos millones
y la gente agradecida, siguió comprando en su tienda
esto es una alegoría, escrita para que entiendas
que el amor tiene su tiempo, pero en ciertas ocasiones

a las horas de comer se trunca su desarrollo
hoy habrá para cenar, besos, y luego ese pollo
cocinado a fuego lento en la estufa de madera
negra y sucia, pero útil, adosada a la escalera

por donde suben los sueños cuando el día terminó
y los pájaros, silbando, se subieron a sus ramas;
me gustaría saber de nuestro asunto, la trama
mucho me temo, mi amor, que aún no se escribió.


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SÓLO QUEDA ESPERAR






Dejamos que la pasión se fuese acomodando
y devino en rutina, y luego se nos llenó de sal
como en esas historias que la Biblia va contando
viejo libro sagrado, a veces convertido en misal.

Luego se hizo tarde, y la luz natural se oscureció
apareciendo en el horizonte las farolas en marcha
rebotando su luz entre menudos copos de escarcha
creo que algún pequeño resbalón, un peatón sufrió.

Hay arenas de mar y también las hay en el camino
a algunas, traicioneras, se les denomina movedizas
otras en cambio son amables, como viejas nodrizas
que alimentan en lugar de su madre a los meninos

ofreciendo sus pechos para un desarrollo correcto
de algún pequeño ser, surgido de la nada, hambriento
y que algún día será doctor, o tal vez arquitecto,
pero al que en todo caso, nunca verás ser un harapiento.

La infancia nos condiciona, es cierto, y a veces para mal
pero también es bonito ser niño, con cero obligaciones,
tan sólo con una gran obsesión por lograr diversiones
y es cierto que, a veces, te comportas como un animal

aunque luego los años apaisan tus locuras y las meten
en un saco grande donde caben hasta las decepciones
no hay ninguna razón para no ser feliz y en ocasiones
con una enorme sonrisa cuasi tatuada en los mofletes

conquistas a más gente que todos los guerreros
que libraron oscuras batallas, si bien en el pasado;
alguna de esas peleas, nosotros ya las hemos librado
y no de todas ellas, desde luego, hemos salido enteros.

Sólo queda esperar y ver si el sol del mediodía
cuando alcanza su cénit y hace cerrar los ojos
nos trae al corazón ese puntido de serena alegría
que abre como por arte de magia todos los cerrojos

con los cuales la vida trata de compensar su desatino
cerrando a cal y canto cualesquiera atajos y caminos
desafiando al viento, que sin embargo sopla y se cuela
por entre las rendijas y grietas de nuestra vieja escuela

aquella donde nos hicimos adultos, tras el primer amor
aprendiendo los ríos, que siempre van al mar, a morir;
escribiendo con tinta, que al mancharnos, nos hacía reír
y sobre todo soñando, día tras día, con un mundo mejor.


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Y QUÉ BONITOS BESOS





Supongo que al llegar encontrarás vacía y sin hacer
la cama; y ése poco de vajilla encima de la mesa
que antes no te importaba, un peso empieza a ser
e imagino que no tienes el cuerpo para sorpresas.

La vida no es siempre de color de rosa, hay matices
según la luz incide a través de la insípida ventana
sin cortinas ni adornos, y casi más vieja que la tana
fiel reflejo de unos tiempos que quizá fueran felices

pero que han devenido en reproches oscuros, dignos
de una opereta mal cantada, por ancianos barítonos
cuya voz ha tiempo que nadie escucha, pues sus tonos
oxidados, revelan la existencia de un tumor maligno.

Quizá te preguntes porqué te lo digo, y yo contesto
con cualquier otra pregunta, pues llegado el momento
de poner toda la tristeza y el despecho en movimiento
a ninguno de los dos nos apetece proseguir con esto.

Cada cual tiene un destino al que referirse, hoy oscuro
pero ayer lleno de luces, que han devenido en sombras
y no tienen intención alguna de marcharse, son un muro
contra el cual los cimientos del amor se desescombran

y acaba por derribarse el edificio, construido con mimo
para dos personas cuyas diferencias no lo fueron tanto
sin embargo, el amor, que a veces abusa del encanto
hoy parece que va a tener que emplear números primos.

Quizá parezca raro, después de tanto tiempo, este relato
que no es sino el comienzo de algo más profundo y sincero
como el agua empieza por ser arroyo, o el camino, sendero
siempre fieles a algo, a alguien, con quien pasar el rato.

Queda lo más difícil, olvidar que un día nos amamos
encima de la cama, sin hacer todavía y había un café
allende en la cocina, y sin apenas luz nos lo tomamos
aunque yo personalmente un sorbo en la taza me dejé.

en todo caso, amar significa renunciar a tantas cosas
que quizá deberíamos empezar por dejarlo a un lado
no vaya a ser que a base de renuncias, todo lo pasado
se vuelva en contra nuestra, y cual sustancia viscosa

se pegue a nuestras manos, a la ropa, al futuro
y empiecen otra vez a salir los tristes claroscuros
de cuya influencia huimos cada vez que pudimos
vernos y qué bonitos fueron los besos que nos dimos.



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DONDE SE VENDE LA VIEJA SOLEDAD





Y si contemplo el mar y el agua, otrora azul
se convierte en arena de un desierto inmundo
puede que llegue a pensar que el fin del mundo
envuelto en grandes pliegues de un especie de tul

nos ha cogido por fin, enamorados, pero lejos
el uno del otro, como la luna, de la vieja tierra
cuyos lazos no lo son tanto, a veces les aterra
estar unidas, les gustaría volar como vencejos

en pos de otros lugares, otras metas, otras gentes
con ideas distintas en pos de mercados diferentes
donde vender su vieja soledad, marchita con los años
cuya sola visión, sin llegar a hablar con ella, hace daño.

Hoy me he acercado a la playa, y como el que ve llover
y no tiene a mano un paraguas, ni refugio, ni caseta
a la vista y no tiene más futuro que empezar a toser
en cuanto se resfríe al haberse mojado hasta la camiseta

he contemplado, sí, el agua, tan distante y cruenta
hecha de miles de gotas que no se llevan bien
cada una es única, y hará la guerra por su cuenta
a no ser que a su lado, alguien luche también.

Por los miles de besos que nos dimos he brindado
cuando al hotel, con vistas a la playa he regresado
bajo la cruel mirada, de soslayo, del viejo camarero
cuya sola presencia es capaz de llenar el bar entero

y al terminar he subido a mi cuarto y he buscado
entre mi ropa algún resto de la tuya, un camisón
quizá un pijama antiguo que te hubieras dejado
sin dejar de mirar, pero sin verla, la televisión

de la que están provistas todas las habitaciones
de todos los hoteles del mundo, en idiomas distintos
parar distraer los huéspedes de sus preocupaciones
cuyo origen es, al igual que su raza, variopinto.

Hoy, como he dicho, me ha dado por viajar
al hotel donde una vez nos alojamos juntos
con la trasnochada idea de tal vez recordar
aquel funesto puente del día de los difuntos

en el que nuestro amor se fue por el sumidero
de una ducha de hotel, resbaló entre mis manos,
y me dejó muy triste, en lucha por parecer humano
aunque para ello quizá sea preciso un año entero.-



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CADA NUBE ES UN ALMA





Las nubes son almas que desde el cielo nos vigilan
nadie está a salvo, ni a su aviesa mirada nada escapa,
todos recibirán su ración de agua, cuyas gotas destilan
un sabor amargo, y cuya humedad mojará las solapas

de tu mejor traje, el único que tienes y mientras el cielo
hecho añicos de agua, sobre tí parece derrumbarse,
a ésas personas que conoces, no les da por pararse
no vaya a ser que la fría noche torne la lluvia en hielo.

cada nube es un alma y cada trocito de firmamento
un sólido guardián de pasadas y presentes ilusiones;
aquí y allá la gente parece disfrutar, y en ocasiones
siente incluso que para reír le ha llegado el momento.

No quiero parecer triste, no es el caso hoy, y sentiría
que la lectura de alguno de mis poemas te cogiese
en una mala situación, quizá enferma o lo que fuese
pues cada verso, sin ser nunca un prodigio de alegría

sólo expresa un deseo, la ferviente ilusión de parecer poeta
de arrancar de tí una reflexión, tal vez alguna triste duda,
pero por encima de todo hay un trabajo oculto, y una meta
que no siempre llega y en mi caso, aún con el alma desnuda

la diviso tan lejos que preciso de gafas de aumento para verla
y ni aún así la veo, pero no es momento de ponerse a llorar
para eso son los culebrones, con argumentos que no son de fiar
interpretados por dulces damas con espléndidos collares de perlas.

y si hay ocasión, habrá un poema que sea como un compendio
de todo lo escrito hasta ahora, y quizá lo publiquen algún día
en medio de otros muchos, para ello habrá que rezar avemarías
y quien sabe si no también con el editor realizar algún dispendio

historia de comprar voluntades, como quien compra calcetines
todos ellos por pares, pues no se venden solos, aunque realmente
si solamente tienes una pierna, pues ya con uno te sería suficiente
igual que en el monasterio únicamente hay un rezo de maitines.

Por donde sale el sol nunca hay oscuridad, sus rayos brillan
y en el instante en el cual aterrizan en la tierra alumbran
cada rincón de cada lejana pedanía, cuyas tierras encumbran
a los terratenientes cuyas esposas se protegen con sombrillas.

ahora es preciso acabar, no queda tiempo para volver atrás
y sin duda mirar hacia delante sería demostración de estilo;
dejemos para otro día el balance de un sueño, tanto más
cuanto ahora te hallas observando, de las flores, sus pistilos.




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