En medio del velatorio por un amor fallecido
llorando como se haría por un amigo perdido,
llevando en el corazón la tristeza en bandolera
habiendo ya consumido sin querer la vida entera;
me sostiene una ilusión largamente deseada
al pairo de una tormenta feroz y devastadora
hallo el modo de pensar en ti, cada media hora
y así me paso feliz, casi todas las jornadas.
Son momentos olvidados en instantes sostenidos
por recuerdos tan profundos como simas o volcanes
muchas veces la nostalgia es mi refugio querido
y el amor está presente en todas mis decisiones.
Como el iris de tus ojos, cuyo color se me olvida
igual que tu paso firme, andando por la avenida
quizá como el horizonte, todo de nubes cubierto
a veces salgo a la calle, casi a pecho descubierto
y voy mirando en la esquina, no vaya ser que te vea
y se despierte en mi alma, aquel viejo sentimiento
que me llevó un día a amarte, como el niño que desea
que todo a su alrededor esté siempre en movimiento.
Se paró el tiempo cuando te fuiste y me duele
todavía aquella herida, sin cicatrizar del todo
en el fondo sufre más quien más ama y suele
quedarse a solas, llorando de cualquier modo.
Ya no me quedan palabras, si acaso gestos vacíos
aceptados como costumbres que son pura fantasía
tendré que considerar aquellos instantes, míos,
porque no vas a volver ni hoy ni al siguiente día.
Me corroe la desdicha, pero el amor me consuela
horas de melancolía dan paso a grandes momentos
cada uno en su rincón explora sus sentimientos
y buscará en sus bolsillos un abrazo que no duela.
Vano intento pues la fe, perdida hace ya unos años
se ha ido de vacaciones, y con nuevas perspectivas
no mirará nunca atrás, pues el cuello te hace daño
cuando miras por el hombro poniendo cara de diva.
Y en el fondo del asunto, se intenta sobrevivir
a una relación insana, con veneno de cicuta,
si lo bebes, reconoces que lo que toca es sufrir
si no lo haces, entonces debes de cambiar de ruta.
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