Siempre quise despertar contigo al lado
para ver amanecer de otra manera
allá afuera el atisbo de la primavera
aquí dentro, caricias y besos desaforados.
Pero vino a suceder que un día te cansaste
de la rutina, que tras de una noche de pasión
aparece en el horizonte, entra sin compasión
en la vida que, siquiera alguna vez, soñaste
y por la vía de urgencia, sin previo aviso,
cogiste cuatro cosas en una de tus maletas
te pusiste sombrero, cerraste bien el piso
y arrojaste la llave en la pequeña pileta.
No voy a repetir pasados errores
no te echaré la culpa de lo acaecido
si acaso soñaré que aún no ha amanecido
y trataré de controlar todos mis temores.
Y eso que sé sin ti, a partir de ahora,
todo será distinto, ya no miraré el futuro
como hacía antes, disfrutando cada hora
ahora todo lo veo mucho más oscuro.
Contigo se fue la luz, como si el sol hubiese
sido alcanzado por un rayo tenebroso;
has sido para mí como miel para un oso
ojala que al regresar a casa aún estuvieses.
Cuando estés en la ducha y el jabón resbale
suavemente por tu cuerpo tan desnudo y perfecto
marcando trazos de aquí para allá y hasta las sales
de baño ocupen cada una su lugar en el pequeño cesto
entonarás a capella la canción que un buen día
nos unió ¿para siempre? en sincera armonía
y con tu bella voz, las paredes harán cacofonías,
será sin duda un momento de profunda alegría.
No lo será para mí, pero no creo que eso importe
nada queda, si la otra persona decide marcharse,
quizá el amargo recuerdo de oírla ducharse,
o la pena de no haberle escondido el pasaporte.
Pero en cualquier caso, ésta es la situación
el amor infinito, al que prometimos cuidar
es ahora ése niño que, apenas empieza a caminar
en cuanto puede, se sube a un tren en la estación.
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