viernes, 21 de junio de 2013

AHORA QUE ME HAS DEJADO



Muchas veces hemos de oír aquello que no nos gusta
para dejar de creer en duendes, hadas y en otras tonterías
alrededor del amor suele formarse alguna algarabía
cuyo espantoso ruido al dios Cupido atormenta y asusta

y entonces se refugia en un paraje hermoso donde nace
un agua pura como la que caerá del cielo cuando llueva
bastara con que alguien amenace con descubrir su escondite
para que busque refugio en otras latitudes y para sí medite

la conveniencia o no de lanzar sus flechas sobre gente cruel
que ha hecho del mal su razón de vivir, su único objetivo
y elevará, como si fuese un juez, su dedo acusativo
en pos de sellar la paz, firmando en un papel

la confirmación de una ruptura que no es sino voladura controlada
de una relación a merced de los vaivenes de una dicha agostada
triste balance a una relación cuasi perenne, a menudo auspiciada
por cartas de amor escritas sin premura, de forma bien pausada.

Hoy se acabó el amor, que ayer nos pareció tener en abundancia
e intentamos saltar el muro del olvido, que divide la estancia
en la que ambos convivimos sin saber si era posible derretir
los trocitos de hielo en los que tornó nuestra vida tras morir

de un golpe certero propinado por el hacha del destino
una relación al borde del abismo, ya cuasi embalsamada
sin que a nadie de nuestro entorno le importase un comino
sin que ninguna persona a nuestro alrededor dijese nada.

Me parece mentira llegar a casa sólo y no encontrar a nadie
aún no he digerido tu peculiar ausencia, y te busco al llegar
como el niño busca la teta de su madre que le da de mamar
sigue así y te prometo que al final puede ser que te odie

y trate de encontrar por entre los cajones la prueba indubitada
de un abandono tal, que a los mas viejos del lugar asustaría
si yo los convocase y les pudiese explicar de una forma ordenada
la causa de tu marcha, y como te llego a echar de menos cada día.

No será así, pues no hay en el lugar ancianos suficientes
como para formar un cónclave adecuado a esta situación
mientras yo me empecino en tratar de pensar en algo diferente
parte tu tren silbando del más lejano andén de la triste estación

y en la misma maleta que un día compartimos has logrado meter
a fuerza de empujones, entre ropa plegada, todo nuestro pasado;
no sé qué más decir, ya no me queda nada, no puedo prometer
que reharé mi vida que un día fue tuya, ahora que me has dejado.