martes, 18 de junio de 2013
EN UN ÁSPERO OLVIDO (2)
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a los que puede exprimir como si fuesen limones
dejar sin blanca, para luego arrojarlos sin dinero
al frío valle donde nadie parece ser sincero
y donde todo el mundo parece tener dones
tales como la posibilidad de pasar sin hacer ruido
por debajo de la ventana del hastío, donde asoman
los abyectos visajes del odio y la inquietud y tornan
los antaño tan queridos recuerdos, en un áspero olvido.
Hoy voy a recordar para tí, todo lo sucedido
en ésa tarde gris, seguida a una mañana soleada
quiero entender que tu corazón se sintió herido
debo admitir que nunca te has quejado de nada;
y en el puesto de vigía de sentimientos varios
otorgado por el guardián de la desesperanza
experto en decepciones y en deseos precarios
con un negro destino sin futuro he hecho alianza
y al invertir todo mi capital en hechizos malignos
tal vez para asustar, sin ánimo ni ocasión de hacerte daño
me ha dado por pensar en el pasado, cuando aún era digno
y pasaba una y otra vez mi mano por tu pelo castaño
aquella tarde gris, como ya he dicho, en la cual tu fingías
estar enamorada y yo era más feliz que un rucho
ni siquiera sé si existe ésa palabra, que tanto repetías,
a la vez que para mi pesar me tratabas como a un chucho.
Pero no estamos aquí para lamentarnos por lo que pudo ser
y no fue, ni para echar por tierra todos aquellos sueños
tan dispares, luchando bravamente contra el viento al volver
de un largo paseo, tu cara sonrosada y yo, de tu mirada dueño;
hoy puede suceder que la dulce nostalgia nos espere a la entrada
de la casa común con un traje hecho trizas de tanto pasearlo;
o quizá se haya ido para siempre harta de estar parada
en todo caso no esperes que vaya a lamentarlo.
Y como colofón a esta vida en penumbra llena de socavones
me quedará el regusto amargo de la obra inacabada y olvidada
no voy a rebatir a aquellos que durante sus largas vacaciones
se dedican a hacer lo menos posible, ergo, a no hacer nada
y encima critican a las personas que con afán y un punto de alegría
se ponen a cavar en su jardín donde cultivan las flores del amor
compartiendo su espacio vital con otras plantas, en perfecta armonía;
al contrario de lo que ocurre en el nuestro, donde sólo hay dolor.-