jueves, 30 de julio de 2009

DIARIO DE UN TREN ETERNO


Existe un tren que sale de una estación perdida
De una ciudad sin nombre y en un país extraño
Para que todos a los que el amor ha hecho daño
Puedan comprar, si lo desean, un billete de ida.-

Al llegar se les da, a todos los viajeros
Cualquiera que sea su edad y condición
En el preciso instante de subir a su vagón
Una palabra de ánimo y un abrazo sincero

Para seguidamente, y sin orden ni concierto
Entregar a todos los presentes un cuaderno
En el que puedan anotar con trazos tiernos
Todo aquello, ya sea mentira o sea cierto,

Que les ha impulsado a realizar el viaje,
En pos de un olvido que se antoja imposible
Detrás de una esperanza apenas perceptible
Para el que necesitan el preceptivo pasaje.-

Cuando se pone en marcha, resuena en la estación
Un rugido que rompe el suave ciclo de la calma
Que hiere los oídos y que, sobrecogiendo el alma
Hace surgir de pronto el miedo y rompe la ilusión.-

Y ya iniciado el viaje, los viajeros comienzan
A escribir en el cuaderno todas aquellas cosas
Que causaron dolor, pero que eran tan hermosas
Que solo su lectura asombra, te deja de una pieza.-

Buscando en los recuerdos se pueden encontrar
Vestigios de besos consumidos y olvidadas caricias
Compartidas en Abril, restos de tardes junto al mar
Y también como no, un regusto a injusticia

En forma de mensaje improcedente
O de llamada no muy bien atendida
O de pruebas de cariño recibidas
Y olvidadas en ese mismo instante.

Es la hora pues de esmerarse con la caligrafía
De colocar notas que nadie leerá, de maratones
De escritura uniforme, trazada con la energía
Que proporciona el hecho de plasmar emociones

Dentro de un buzón que rige el eterno Cupido
En el que se depositan una a una las misivas
Incluso aquellas que son más permisivas
Y llaman tanto al amor… como al olvido.-

Hay un cartero allí que recoge al instante
Escritos concebidos en forma de ilusiones
Unos están llenos de rupturas y perdones
Y en otros la tristeza es lo que va delante

En todo caso el cartero tan solo se limita
A recoger lo escrito y a darle al escribano
Aun fuerte abrazo y un apretón de manos
Que toda suerte de complicidad concita.

Y luego, en cada estación, van bajando del tren
Los que en su día estuvieron más enamorados
Quedándose al final tan sólo los mas desdichados
Aquellos que, ya perdido el amor, no están tan bien.

Bajan algunos en los andenes del perdón y el olvido
Que suelen ser los más solicitados del trayecto
Otros a quien la ira o la venganza ha consumido
Buscan para apearse, el instante perfecto

Aquel en el que pueden hacer más daño
A la persona a la que amaron sin medida
A la que le dijeron tiernas frases hogaño
y a la que deben, al menos, una despedida.

Nadie conoce que ese tren en el que vienen
No llegará nunca al final de su destino
Y no porque se ignore cual es el camino
Sino porque nunca jamás del todo se detiene.

Pues los que esperan llegar al final en el amor
Son aquellos que nunca han amado realmente
El amor siempre va asociado a algún dolor
Pero es cierto que nunca se acaba de repente.

Y así cada viaje transcurre siempre de este modo
Escribiendo misivas sin remites ni membretes;
Pero nunca el amor se puede recuperar del todo
Ni tampoco suelen devolver el importe del billete.

He comprado un pasaje para el tren en cuestión
Y me pregunto ahora que aún no lo he cogido
Si debo de hacer caso a lo que me dicta la razón
O bien seguir pensando que lo tengo merecido

Somos conscientes de todo lo que nos pasa y que sin duda ocurre
Porque hemos puesto toda nuestra esperanza en cosas ciertas
Y también en manejar del mejor modo el amor, que discurre
sutil, y sobre todo, en no pretender cerrar jamás ninguna puerta.

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