viernes, 31 de julio de 2009

AMOR EN CUARTO MENGUANTE


Tengo para mí que a veces el fin del amor comienza
En el ocaso de una tarde gris de un día cualquiera
En uno de esos crepúsculos salpicados de esperas
En los que es inútil cualquier atisbo de esperanza.

Será una llamada a la que nadie contesta
O en una carta exenta de todo contenido
Es, a todos nuestros temores, la respuesta
Y es, al mismo tiempo, desolación y olvido.-

Si pensamos fríamente en lo que un día fuimos
Y recordamos el primer instante en que nos vimos
Y logramos acordarnos de lo que compartimos
Tal vez nos demos cuenta de cuánto nos quisimos.

Ahora pintan bastos en una relación un poco rara
De tiernas alabanzas y de besos que se apagan
Bajo la atenta mirada de los ojos de una cara
Cuya boca discreta lágrimas de amor traga.

Llegados a este punto, lugar de no retorno
Y de vuelta imposible, de frío y de abandono
Aún queda en mi pluma la tinta suficiente
Como para decir que te he amado tiernamente

Que todos mis enfados eran justificados
Por no haberte dado la vida que mereces
Por haberme creído que quien amor ofrece
Tiene todo el derecho para sentirse amado.

Por haber edificado un mundo de ilusiones
Por haberte hecho partícipe de mi vida
Por haber entonado en tu nombre canciones
Que te han dejado en la tristeza sumida.

Por haber creído, en fin, que la felicidad
Pasa en todo momento por decir la verdad
Que solo los que aman pueden ser felices,
Vivir solo de amor y alimentarse de perdices.

No será así y en el epitafio de esta historia
Tal vez en cuanto pase el verano de este año
Te diré qué cosas me han producido el daño
Que ocupa casi todos los bits de mi memoria.

Aquí descansa un hombre que amaba a una mujer
Que murió por sus besos, que buscó su mirada
Y que hace ya tiempo se encontró, sin querer,
La relación perfecta con la mujer amada.-

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