ENTRE ARBOLES DE OTOÑO

Me gusta el eco de tu serena sonrisa, exhibida
Entre los pliegues de unos labios encendidos;
Me gusta ver tu mirada, como de ave perdida
Entre árboles de otoño, por su raíz sostenidos.

No me gusta el despertar del viento contra mi cara
Ni tampoco la tristeza que reparte el resplandor
De un primer rayo de sol, que escruta su alrededor
Y tras de un breve momento su leve luz se dispara

Encendiendo, tras de sí, bellos horizontes huérfanos
De una estela carmesí, con su trazo transparente;
Cuando apareces así, de la nada, de repente
Con guiños en tu mirada y con flores en la mano

Y el olor de tu hermosura llega hasta mi pituitaria
Nada puede mi conciencia para parecer neutral
Mis ideas se encadenan como una procesionaria
Y me siento como el agua con un poquito de sal

Que moja un poco la playa, blanqueando sus arenas
Tras absorber por los mares, millas y millas de brisa
Me pregunto si hay un mundo donde nadie tiene prisa
Y los árboles, muy juntos, muestran su sombra serena

A todo veraneante que llegue hasta sus dominios
Tan sólo para creer, realmente, que hay momentos
Cuya sola condición de instantes en movimiento
Provoca de las ideas una especie de exterminio.

Y en ése ínterin banal entre la dicha y la aurora
Comoquiera que los besos se marchitaron ayer
Los amantes se citaron antes de tiempo, a deshora
Y por eso no disfrutaron de aquel bello amanecer

Cuya esencia guarda el cielo entre nubes invisibles
Que escapan a las miradas de la gente cuya historia
No alcanza ni a completar un tomo de las memorias
Que nadie quiere escribir, pues es del todo imposible

Saber con exactitud cuando nació la esperanza
O cuántos años tiene el odio, si es que odiamos,
Que lo dudo, porque en continua mudanza,
Sea por tren o por barco de este mundo nos vamos

Con el alma a flor de piel, cual peregrinos cansados
De todo lo que supone el no alcanzar la vida eterna
No sé por qué estamos tristes y a veces tan enfadados
Si el mismo dios vino al mundo en una simple caverna.




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