miércoles, 27 de julio de 2016

SUCEDIÓ EN PRIMAVERA







Somos nómadas de un desierto interminable
a lomos de camellos jorobados, cansados,
de recorrer la arena por caminos invisibles
para no poder llegar, jamás, a ningún lado.

Antiguamente fuimos amantes y tal vez
desearíamos volver a posar para ésa foto
donde todos sonríen en torno a una moto
poniendo al mismo tiempo una cara de pez.

Se nos quedó el amor, colgado en el alero
de un caserón antiguo, como luz de candil,
quizá murió de frío en el gélido Enero
o lo mató una alergia en el pérfido Abril.

El caso es que ahora, sólo somos amigos
unidos por un sueño, y separados también,
por una circunstancia que no nos hace bien
y aunque siempre te amé, eso sí te lo digo,

un día me alejé de ti, en la ingenua creencia,
de encontrar otro amor, para empezar de nuevo,
suave como la lana, redondo como un huevo,
de mirada agradable y muy buena presencia.

Sucedió en primavera, cuando las flores nacen
y los pájaros cantan mucho al despertar el alba
las olas de los ríos, contra las rocas se deshacen
y las nubes adquieren, con el sol, un tono malva.

Luego llegó el verano y el trajín de los viajes
me llevó de un sitio a otro, sin pernoctar apenas;
un día todo se fue al traste, en un fuerte viraje
desde entonces soy preso de ésa cruel condena

que consiste en amar, pero sin ser amado,
en hablar sin parar, pero sin nadie al lado
en dar algún paseo, por un bosque olvidado
por caminos ignotos, que no han sido pisados.

Quizá un día me indulten, no sé, pero si eso pasa
y la vida me da una segunda opción, la aceptaré,
y mientras el sol se dirija raudo hacia su ocaso
mil poemas de amor, para ti febrilmente escribiré.

Y pondré en cada uno un trocito de mí
serán largos y bellos, como solían ser;
igual que tras la noche, vemos amanecer,
así me siento ahora yo, renaciendo por tí.





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