martes, 2 de junio de 2015

SUENA A LO LEJOS EL MAR




Cuando aún era feliz y el viento iba a mi favor
Cometí el gran error de creerme invulnerable
Ahora sé que de lo nuestro solo yo fui el culpable
Por no recoger a tiempo los frutos de un gran amor.

Hoy las canas ya se asoman coronando mi cabeza
Asumiendo, como suyos, los momentos de certeza
Días de gloria pasados, sin más afán que besarte
Cada minuto en tus brazos sin dejar de acariciarte

Y siquiera por una vez, aferrados al instinto
Que nos vuelve receptivos al calor del tibio sol
El fin del día nos brinda un menú un poco distinto
Mientras tomamos la fresca bajo el amplio parasol.

Suena a lo lejos el mar, las olas mecen los peces
Y el viejo barco, engullido por el agua hasta la quilla
Transporta miles de almas como ha hecho otras veces
Dejando a todos en tierra, y algunos junto a la orilla.

Y cuando el ave que espera la pesca de los demás
Para alimentar la prole que ha dejado en su nido
Se acurruca sobre el faro sin pensar en nada más
Sin importarle ni cuando, ni de dónde haya venido

Hay instrumentos que emiten viejas notas a través
De una ventana oxidada en una mansión perdida,
Donde una joven al piano ensaya con interés
En unión de los violines, aún antes de su partida.

Y si escuchamos atentos esas tristes melodías
Hasta nos pueden gustar esos valses amatorios
Al fin y al cabo es mejor sonreír todos los días
Que tener, como se dice, el cuerpo de velatorio.

Sonreír te proporciona una alegría ficticia
Mientras el llanto te da una pena bien real
Haber perdido tu amor me parece una injusticia
Tratar de recuperarlo, siquiera para mi mal

Un acto de valentía a todas luces consciente
Aunque no sé si merece la pena lo intentaré
Y si fracaso, al menos lo he intentado, diré
Metiéndome por tu lado en la cama aún caliente

Mientras justo al otro lado del mundo que conocemos
Allá donde el padre sol se recoge por las noches
Nos despertará la luna y bajo su luz podemos
Hacer aunque sea fingido, de cariño, algún derroche.



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