Cede el paso el sol a la tormenta y rompe a llover
Martilleando el suelo suavemente
Bajo un arco-iris complaciente
Que quiere aparecer.
Y allá en el fondo del mar, algunos peces
De las gotas que nunca los mojarán se ríen;
Viven en su propio mundo, aunque a veces
Les gustaría también oír a pájaros que píen.
Nadie está del todo contento con su suerte
Pero hay que conformarse con lo que se tiene
La fortuna es una mujer esquiva, que va y viene
Sólo vencida por las garras crueles de la muerte.
Hoy he visto llover, pero no me he mojado
Estaba en nuestro bar, cómodamente sentado
Leyendo una y otra vez tu carta de despedida
Bebiendo como un loco, borracho sin medida
Y convertirme en unas gotas me hubiese gustado
Para mojar tu mano, para sentir el roce de tu piel
Para seguirte a donde vayas como un perrito fiel
Sin dejar de poner cara de estar muy disgustado.
Pero en el fondo ambos sabemos que nada pasará
Llegará un nuevo día y con él la diaria rutina
Dará paso al hastío, y al volver cada esquina
Tu rostro angelical, pero lejano, se me aparecerá.
Las negras nubes no me dejan ver el cielo,
La fuerza de la gravedad me ata al suelo
Son tantas las ganas de volar que me han entrado
Que pegados al asfalto mis zapatos se han quedado.
Y descalzo he recorrido los lugares comunes
La tienda de muñecas donde te gustaba entrar
El antiguo colmado, con el escaparte a reventar
Y ése lugar del parque que nos ha hecho inmunes
Venga de donde venga, a cualquier desazón;
Me duele mucho decirlo pero visto lo visto
La vida ha transcurrido como estaba previsto
Y tal y como me temía, mi pobre corazón
No resistió el asedio de tantos sinsabores
Se paró de repente sin darme tiempo a nada
Para él tu partida supuso una gran puñalada
Pero está convencido de ver tiempos mejores.
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