miércoles, 2 de junio de 2010

AMORES EN CUARENTENA


Fue quizá la nostalgia de una tarde exquisita
O si no, la extraña fealdad del horizonte gris
No me pidas que exprese lo que ese día vi
No es eso mi amor, lo que tú necesitas

Porque lo que te hace falta es un cariño sincero
De esos que te envían cartas cada 15 de Febrero
Y que te hacen regalos, aunque no vengan a cuento
Para hacerte revivir tan solo bellos momentos

Y que no te abandonan cuando la edad, que transcurre
inexorable, te atrapa en sus redes profundas y distantes
Te precipita en un mar de deseos cada vez más anhelantes
Y como casi nunca nada placentero en ése tiempo ocurre

Recurres al recuerdo que es como la espuma de una ola
Un sanedrín de amor, una intuición, un pequeño conjuro
Una preciosidad, un deseo perfecto, aunque también oscuro
Un papel importante olvidado, sin más, sobre una consola.

Si hablamos de recuerdos hay que hablar de matices
Si hay que recordar recordaremos juntos
Aquellas alegrías que forman en conjunto
Una cola muy larga, como la que tienen las perdices

Que vuelan sin pensar que un día, por la bala del cazador
será abatida, acabando a la vez con su vida y su vuelo
Y ya no le quedará a su viudo ni pizca de consuelo
Ni podrá solazarse con lo que hasta ayer era su amor

primero, aquel que, por defecto, quería conservar
Sin pensar ni un momento qué frágil es el mar
Que te mece en sus olas a nada que le dejes
Sin que notes frialdad o de humedad te quejes

Y que te condiciona, como si fuese el dueño
De tu mente y tus miedos, de tu hacienda y tu alma
Y que un fracaso con otro sobre tu vida empalma
Mientras te vuelve loco con su acento sureño.-

No tengo miedo al agua, aunque respeto al mar
No deseo perderte, aunque podría ser
Que de tanto desearte, y de tanto querer
Un buen día me hallase en plena pleamar

Junto a la orilla errante que cambia de lugar
En función de las olas que recorren su tramo
Y que puede hacer trizas tu forma de pensar
Deseando estar lejos, en el profundo páramo

En el que se dieron cita la alegría y el vino
Al igual que el despecho, un sentimiento más
Que podría atraparte si vas por su camino
No bastando para ello volver la vista atrás

Y pensar que lo nuestro, que nos cogió de lleno
En una tarde gris que nos privó del sol
Vistiendo el horizonte como a un nazareno
Morado de violetas y rojo de ababol

No sería quizás nada sin su carga de sufrimiento
Ni llegaría a buen puerto en un barco mercante
Tal vez debas de pensar que ya es el momento
De volver a ser libre, igual que
lo eras antes.

No hay comentarios: