ASÍ QUE COGI EL HATILLO

Flirteando con la soledad, me enamoré de ella
hicimos una estupenda pareja cogidos de la mano
luego vinieron los truenos, los rayos y las centellas
fenómenos incomprensibles para todo ser humano.

Por dónde saliera el sol, era un tema inconsistente
de hacer del amor un logro se trataba en realidad;
atesorar tantos besos, que ni el viento de poniente
pudiese acercar del todo ése plus de crueldad

que se supone al amante que en su ira, desciende
al infierno de los celos, en un viaje sin retorno
hacia lugares oscuros, para acabar en el horno
donde al final de su vida, todos los amores arden.

Bendito sea el problema que causa el amor sincero
ése que no tiene fondo, ni dobleces, ni se esconde
tras de inciertas vaguedades, y que orgulloso responde
a todas las inquietudes, siendo en respuestas, pionero

de una especie de jauría que le persigue con saña
sólo por decir que ama, sin esperar al mañana
quizá sea tan sincero que a los mentirosos daña
en todo caso no está para cantarle una nana

al portavoz de los hombres que abandonan la piedad
formando parte del grupo donde reina la maldad
son pocos, mal avenidos, pero su influencia es grande
y precisan de hacer daño para que su idea mande

un mensaje muy cruel que cala entre los viciosos
de pasadas aventuras que nunca acabaron bien;
no son buenos, por no ser, ni siquiera son graciosos
pero en este loco mundo, han de convivir también

con personas que destacan por su bondad infinita
con niños cuya inocencia ya nos es desconocida
con abuelos, que contemplan como su fe se marchita
con aquellos que padecen alguna tara escondida

y lo hacen en silencio, como en misa, como aquel
hombre que en silencio, anota las circunstancias
que le llevan a observar las cosas en la distancia
y que a veces hasta olvida cuál ha sido su papel.

Me pudo la soledad, nunca abandoné del todo
el sentimiento que surge desde el fondo del deseo;
quedarme en tierra de nadie, me pareció un poco feo
así que cogí el hatillo y me fui, de cualquier modo.-


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