lunes, 12 de agosto de 2013

EN MEDIO DEL MAR PROFUNDO




Cuando el cielo se oscurece el amor suele ocultarse
bajo un manto azul marino, para lograr no ser visto
vigilando la ventana por donde suele asomarse
la moza para la cual siempre procura estar listo

aunque a veces ella sale y él aún está en camino
con la esperanza de verla antes de que se retire
el no lograr verla un día no influirá en su destino
pero puede que la pena como una goma se estire

y el retorno incontrolado le alcanzará en la cabeza
haciéndole, más que daño, una especie de tatuaje
cuya cicatriz profunda llevará en el equipaje
de su amor incomprendido, que sólo trae tristezas

al prófugo navegante que vaga solo en su barca
regalando soledades a quien no las necesita;
en la espuma de su mar hay algo de agua bendita
y en los dedos sumergidos en ella queda la marca

de una oración indivisa lanzada a los cuatro vientos
proclamada por las voces que otrora estaban dormidas
no hay perdón para el amante, sin alma ni sentimiento
ni en el baúl de sus recuerdos las cuitas tienen cabida.

Como experto marinero siempre mirará el sextante
no vaya a ser que navegue en contra de la corriente
dándose por enterado si oye un canto de sirena
del fondo de su garganta de pronto surge una pena

y el pájaro que acompaña su largo viaje se asusta
vuelve al puerto y da el aviso, en un tono desabrido
cuando consigue llegar, le quedan las fuerzas justas
y su canto otrora tierno, se convertirá en graznido

pero al menos logrará atraer de los presentes
una atención más morbosa y por supuesto distinta,
que todas aquellas nuevas sobre temas más candentes
publicadas en diarios que aún rezuman de tinta.

El sol, hacia media tarde se oculta con desparpajo
y la niebla se ilumina con la luz de una farola
el delfín es transportado por la punta de una ola
y se esconde bajo tierra el humilde escarabajo

y todos los caminantes hacen balance y concluyen
que el día no ha sido bueno, pues hay un marino errante
en medio del mar profundo, del cual hasta el diablo huye
y del que hablan mal las brujas, en voz baja, susurrante

no vaya a ser que las quemen cuando se sepa su cargo
en la hoguera, donde el fuego muestra su voracidad
a no ser que se interese por ellas alguien de la vecindad
puede ser así, pero antes, pasarán un trago amargo

como lo pasa el marino que deberá de virar
su barco hacia derroteros sin vestigios de malicia
presto para la batalla, pero también para amar
y el amor, en este caso, será una pura delicia.