lunes, 19 de agosto de 2013

COMO POR ARTE DE MAGIA (1): EL TIEMPO YA PASÓ




Qué de recuerdos quedan en el olvidado baúl de palosanto
guardado en el rincón más oscuro del desván, acumulando
polvo y suciedad sin remisión, mientras se van abriendo
un sinfín de grietas en su cerradura, cerrada a cal y canto.

Seguro que sabrás que en él guardamos algunos souvenirs
de aquellos tiempos tan remotos y de tan buen recuerdo
en los que ambos, sin apenas dudas nos poníamos de acuerdo
en todo aquello que pensásemos referente a nuestro porvenir.

Luego el tiempo pasó y tú encontraste tu sitio en este mundo
yo me marché de tu lado un poco cohibido, sin poder recordar
cual fue el último momento juntos en el que te pude amar
y me sumergí, como por arte de magia, en un mar bien profundo

del que nunca se sale, a no ser para respirar aire a raudales
o para fijarse bien y aprender de los demás buenos modales
mientra se nutre el alma de una especie de almíbar endulzado
por una pegajosa melodía, que se ha de bailar de medio lado

porque visto de frente el baile parece un vals, aunque no lo sea,
y al final del mismo nadie aplaude, de lo mal que se ha bailado
acaban las parejas separadas, cada una marchando por un lado
y siempre hay alguna de ellas que se enfada, incluso se cabrea

porque a este certamen se viene para competir y huelga decir
que no todos dan la talla en el concurso, a veces hay intrusos
con pelucas postizas y bigotes pegados, prestos a dividir
la razón del jurado, en su perenne búsqueda de un nuevo Caruso.

Yo no soy un bailarín al uso, más bien soy de los que se sientan
en cualquier rincón del salón y acarician su copa con pasión
con más fervor incluso que si fuese una dama con sirvienta
a la que en cualquier instante, se puede sorprender en camisón

a través de la rendija del viejo pavimento del oscuro desván
que hay en todas las casas que se precien, un poco por encima
de la habitación donde duerme la señora, que hace la pantomima
y finge no darse cuenta de nada, intentando evitar el qué dirán

cuando se sepa que hubo un hombre sin ropa en el baúl sentado
en ése que guardaba los recuerdos olvidados de un amante infiel;
tu eres la bella dama del oscuro desván, yo soy el hombre aquel
que muy a su pesar de todo lo ocurrido, a fuerza lo ha olvidado.

No quiero extenderme más sobre esta historia de sobra conocida
ni emitir juicios sobre la virtud de aquella dama, no sería correcto
opinar sobre el comportamiento de ésa mujer, aunque no fuese recto
y no sería imparcial, pues en este caso mi opinión está preconcebida.

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