A una hora de camino, desde el centro de la villa
semioculto entre el follaje y por la densa maleza
se encuentra nuestro rincón, en plena naturaleza
un sitio donde se ríe, y se ama, de maravilla.
He cruzado el viejo puente bajo el álamo temblón
acercándome al lugar con un punto de aprensión
al fin y al cabo ese sitio a ambos nos pertenece
y al hallarme ahora solo, mi desesperanza crece
como la espuma escindida de una ola golpeada
por el empuje de otra, tan erguida, tan osada
como la melancolía atrapada en la oquedad
igual a la no saciada sensación de soledad.
He dibujado con trazos propios de un adolescente
el mapa para llegar, rotulando claramente
el letrero de la fuente donde beben los amantes
y una especie de sendero plagado de caminantes
sin un destino concreto más allá de la ilusión
proporcionada a la vez por Cupido y por sus flechas;
he remarcado en el centro del mapa la dirección,
los giros, desviaciones y casi todas las fechas
que recuerdo sin dudar, con cierta seguridad.
Por si algún día regresas mi corazón vaciaré
de cualquier cosa superflua, y mi alma prepararé
para darle a nuestro mundo algo de continuidad
tal vez no quede un mañana pero si existió el ayer
trufado de luces tenues, como un bello amanecer
veo el agua atravesando la garganta del sediento
y puedo decir a gritos que me hallo muy contento
en el medio de la nada rodeado de follaje,
de árboles en derredor donde pían pajarillos;
posados sobre sus hojas con los bordes amarillos
en forma de melodía habrán de pagar peaje
por ser tan bellos, tan dulces y porque pueden volar
algo tan maravilloso a disfrutar de por vida
surcar el cielo y volver, es un placer singular
solo deben tomar tierra cuando buscan su comida.-
Los humanos no volamos, aunque podemos pensar
las mujeres son perfectas, aunque a veces no lo crean
las aves aunque estén tristes, a menudo se aparean
los hombres dudan a veces, sobre todo para amar
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