Y SIN EMBARGO TÚ

Me enfrenté a la nostalgia, y a veces, a la ira
subí montañas que ni siquiera antes conocía,
sufrí lo indecible, no te recordé cuando debía
y luego, para cubrirme, te dije unas mentiras.

en todos los momentos que estuvimos juntos
mano sobre mano, las copas siempre a punto
en un rincón oscuro, o con la luz más clara,
bebiendo, entre sonrisas, alguna cosa rara

me quedó en la mente una idea insensata
un recuerdo infeliz de pasados momentos
una suerte de empeño que me daba la lata
una voz que me hablaba solo de sentimientos.

Y así, en la medianoche, cuando la luna sufre,
porque el sol está lejos, pero aún así la cubre
cuando el búho se posa en su árbol de siempre
y el parterre de flores está para que siembren

sobre él, quizá unas lilas, o la doliente rosa
que apenas si se queja cuando el rocío helado
de frío, suavemente, se acerca pertrechado
y obviando sus espinas, en su tallo se posa,

volveremos a ser la pareja feliz de aquellos tristes días
en los que circunstancias, que no vienen a cuento,
nos hicieron caminar unidos, pese a la algarabía
sobre afiladas piedras, malamente unidas por cemento.

yo quería esperar a tener un futuro, al menos algo,
que pudiese ofrecerte en los largos días del otoño,
cuando el tibio sol se pone, iluminando el lago,
y los árboles, sin sus hojas, muestran algún retoño.

y sin embargo tú, poseída por la codicia de lo efímero
asida a las cuerdas trastornadas de un violín olvidado;
y por salir de la rutina gris presa de un eterno desespero
y sobre todo, esquiva para cualquier intento de cuidado

preferiste la urgencia del instante, y te fuiste sin más
en la cubierta de un barco, surcando el ancho mar,
haciendo de las olas un sendero; y yo sin poder llorar
estuve sobre el muelle pensando que al volver, quizás

aunque la vida entera no es posible vivirla a trocitos
y si bien en conjunto, nos amamos a veces sin rencor,
quede sobre la cama, y más en concreto en el cobertor
de lo que fue una tarta en forma de corazón, un pedacito.




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