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Mañana será el momento y alejaremos por fin
Todos los resentimientos que nos hacen tanto daño
Bebiendo en la vieja fuente agua por el mismo caño
Amándonos en silencio, abrazándonos sin fin
Dejando atrás el pasado, ya de por si inexistente
Mirándonos a la cara de una forma harto valiente
Entregando yo mi cuerpo, tú tu alma, yo mi amor
Sin condicionantes previos, sin reproches, sin rencor
Aceptando el uno al otro tal y como nos hicieron
Y sin repetir las frases que hace tiempo nos hirieron
Reconociendo sin duda que tal vez nos equivocamos
Cuando antes de despedirnos ni siquiera nos hablamos
Porque aunque cuando sufres pareces todo entenderlo
No creo que sea malo, si hay problemas, exponerlos
De forma que el pensamiento opte por la libertad
De callarse o no callarse, decir o no la verdad,
Para cuando llega el día de querer sin condición
Nadie debe de encontrar en el otro una razón
Ni siquiera una sospecha, ni el reflejo de un lamento
Para que ninguna duda nos estropee el momento
Ni los reproches consigan ser del alma el alimento,
Antes de empezar a amar y de perder el aliento,
Hay que colgar en la puerta del hotel, por si nos llaman
Un cartel bordado en oro con letras resplandecientes
Con la inscripción bien visible para el resto de clientes
“no molestar, dentro hay dos personas que se aman”.
Y por encima de todo son dos seres muy valientes
en medio de la tormenta siempre conservan la calma
y si después de esto el cielo entero
se mostrase atónito y severo
y si las nubes bajas y uniformes
que dibujan figuras filiformes
no entendiesen lo nuestro
juro que estaría dispuesto
a expresar en poesía lo que siento
a renunciar al hecho inopinado
de solicitar para el alma el alimento
del amor puro, tierno, inmaculado.-
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