viernes, 22 de noviembre de 2013

NO ES TIEMPO DE ILUSIONES




Alguna vez me hallo entre la disyuntiva de olvidar
y la perenne sensación de miedo a lo desconocido;
a veces peco de prudente, llego a sentirme cohibido
cuando en realidad tan sólo se me pide continuar

con la empresa que empecé cuando era joven y el deseo
de amar se imponía sobre cualquier otro concepto ideado
por mentes tan proclives a la reflexión, que daban de lado,
arrojándola al mar de la indiferencia, como al pobre Perseo,

a la profunda inquietud que domina los corazones solitarios
heridos por la flecha de un Cupido que no sabe de enigmas
a no ser que hayan sido provocados por él mismo, estigmas
tatuados sobre la piel desnuda del ausente, viejos idearios

englobando soliloquios amables que calan como lluvia fina
y provocan un rictus de nostalgia, cuando las nubes se diluyen
una vez abandonada su carga de agua, liquido vital que fluye
haciéndolo con tal enorme densidad que parece una cortina.

En otras ocasiones me entran las prisas y echo a correr despavorido
tapando con la premura la calma de otros tiempos, tan lejanos
como el sol del mar o la luna de la tierra o el cielo del océano
y no paro de andar hasta que no veo el horizonte de un rojo colorido

dejando paso a la luz tenue de la estrella más lejana que se puede ver
en un cielo sin nubes, por todos aquellos que no tienen nada que hacer
y pasean su vista, sin descanso ni odio, por todos los matices de colores
provistos por el arco iris aparecido tras la lluvia, y que trae sinsabores

a casi todos los que no llevan paraguas, que son muchos a veces
aunque en otras tantas ocasiones encontramos personas previsoras
saliendo de casa en perfecto estado de revista, a cualquier hora
que pasean bajo el agua deleitándose con ella al igual que los peces.

Hay en los hombres una cierta voluntad de ser vistos en buen compañía
y en el exilio donde habita el perdón nadie quiere estar mas de una hora
es tiempo de ilusiones, así que se apresuran a retomar la ruta sin demora
tratando de llegar a destino en menos tiempo en el que un gallo cantaría

lo cual no quiere decir que desprecien a quien adolece de hermosura
es sólo que prefieren la belleza, algo consustancial al alma humana
no hay nada que objetar siempre que al asomarse un día a la ventana
dejen de mirar con lascivia a las jovencitas y busquen las maduras

porque en la madurez está casi todo el poso de la vida concentrado
y pasa la juventud, en cuanto las arrugas llegan para quedarse
seguro que habrá entonces alguna galería por la cual asomarse
para gritar al mundo que ahora que eres viejo, el amor te ha olvidado.-