sábado, 9 de febrero de 2013
ESE OSCURO PORVENIR DE LOS AMANTES (2)
...///...
que en al amor supone no poder estar junto a la persona amada
fijarte en una estrella sabiendo de antemano que nunca brillará
escribir un poema tan cursi que sabes muy bien que nadie leerá
o recibir una carta sin remite, un telegrama o bien una llamada
cuando no estás en casa, porque has ido en busca de consuelo
al único sitio en el que no hay remedio para este tipo de males
sabrás que en el amor tan solo triunfa aquel que con desvelo
hace trizas el dicho de que en el amor tanto tienes tanto vales.
No tengo claro si en el museo de la soledad ya han puesto tu efigie
o si por el contrario estás siempre rodeada de gente, como los famosos
pero por si acaso, evitaré acercarme a tu casa de un modo presuroso
y haré como aquel que finge regresar cuando en verdad se dirige
hacia un plano astral a medio camino entre el intelecto y la razón
mucho más cerca del olvido, que de la simple idea del rechazo
aseteado por los dardos del amor, asumiendo la idea del flechazo
y ofreciendo como diana permanente, su propio y cansado corazón.
Pero por si los hados que rigen el destino de la gente te piden
que dejes de pensar en mí por un instante, tratando de olvidar
lo que pudimos ser en aquel tiempo juntos, a la orilla del mar
te daré al menos una razón plausible para que no me olvides
como es la dulzura con la que me besaste en nuestra despedida
bastante triste, es cierto, pero también en gran parte aliviada
por haberte liberado de la humillante soga que te tenía atada
a alguien que como yo nunca estaba a la hora de la comida
y mientras recogías las migajas de tu frugal almuerzo
y un pájaro cantor piaba sin cesar en la abierta ventana
del árbol del vecino sin saber bien porqué caía una manzana
y te hacía reír, sin muchas ganas, haciendo un gran esfuerzo.
y así el atardecer que se iba de viaje hasta el día siguiente
en un precioso carro tirado por corceles con las crines al viento
ponía sobre el inmóvil lienzo de la vida, algo de movimiento
y casi se lanzaba en pos de la esperanza al tomar la pendiente
que conduce a tu casa por un viejo sendero por todos conocido
el cual recorrería con los ojos cerrados y cera en los oídos
tal vez la cerrazón me jugó un mal envite, pero he reflexionado
y querría volver, como estuvimos antes, unidos, a tu lado
siempre que no hayas hecho de tu casa un fortín
con puerta acorazada y con dobles ventanas
por pura precaución esperaré a mañana
por si acaso a lo nuestro le esperase un buen fin.-