jueves, 3 de enero de 2013

AHÍ LLEGA EL RODILLO DEL CARIÑO (1)




Detrás de cada historia envejecida por los años, hundida
en el naufragio de los sueños que también se hacen viejos;
y al lado de un amor que se evapora, entonando a lo lejos
una dulce canción que nace de una ilusión sobrevenida

subyace siempre aquella pasión que nos condujo a amar
dejando aparte la belleza del momento y presumiendo
de no haber tenido ni un momento de duda, aún sabiendo
que el más sabio de los hombres lo es precisamente por dudar

por cuestionarse el amor en sus más almibaradas versiones
aquellas en las cuales los amantes se miran y sonríen levemente
como si el sol les hiciese daño en las pupilas y así de repente
hubiesen de cerrar los ojos, abriendo de par en par sus corazones.

Nunca tuve la duda del momento vivido, sino del porvenir
ni te exigí un cariño que sabía no podías ofrecerme
tampoco te pedí que te quedases, no fueses a sufrir
y entonces, tal como ocurre ahora, empezases a odiarme.

Hay algunas palabras que no digo, pero que aún las pienso
lo mismo que supongo ocurrirá contigo, pero aún así te pido
que seas franca conmigo, que me cuentes todo lo ocurrido
para ver si mi conducta, por repetitiva, se merece un suspenso

y si por el contrario hay algo que salvar, hagamos lo imposible
por mantenerlo con vida, aunque sea con respiración artificial
transfundiéndole sangre, tratando de evitarle cualquier mal
convirtiendo su debilidad en una suerte de fuerza imprevisible

porque el amor, si es fuerte, no suele requerir de muchas atenciones
a veces se queda sólo en casa, y se dedica a llorar por lo bajini
llamando a la ternura, emitiendo suspiros, exhalando emociones
mientras ambos amantes felices en su mundo, se toman un martini.

y se alejan del mundo que dejaron de hollar en cuanto descubrieron
que hay mucho que perder mientras se ama, mucho que lamentar
cuando el sol alcanza su cenit y a partir de esa hora ya se prohíbe amar
y que aquella vez que nos dijeron que el amor era ciego nos mintieron

tal vez porque la mentira es algo que camina junto a la vida misma
y que se miente por amor, y también por compasión, incluso añadiría
que no se dice la verdad en todos los momentos en los que uno querría
aunque es cierto que cada uno ve lo que le cuentan bajo si propio prisma.

Hoy he vuelto a pensar como si en el fondo de mi alma hubiese anclado
un agujero negro orlado de misterio, tan profundo y tan bien amarrado
que ni todas las fuerzas del universo unidas pudiesen despegarlo o moverlo
y al final de cada idea estabas tú, a punto de partir, tal vez sin yo quererlo,

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