jueves, 12 de febrero de 2009
AGUA QUE LIMA LA ROCA
Atrapado en un mundo oscuro e inhumano
Y mas cerca del infierno que del prístino cielo
Cada vez más necesitado de un real consuelo
Me encontraba en París como cada verano.-
Hete pues aquí, que en uno de esos días
En los que el aroma francés te tonifica
Y un preponderante olor a malvasía
Subyuga tus sentidos y cuyo olor implica
La pérdida casi total de la consciencia
La subrogación exacta de la pena
Una equimosis sobre la piel serena
O el fallo de un avance de la ciencia…
Hay dos lágrimas furtivas que se juntan
En el ángulo más liviano de la boca
Son el agua perenne que desgasta la roca
Y a cuyo desafío más de uno se apunta
Era pues un galo más, como ya se ha escrito,
Sin tener un destino real en que ocuparme
París es una ciudad a la que se ha descrito
Como si fuese un caos, como una “vacarme”
Tal como dicen en francés los hablantes nativos
Presos de su propia sabiduría y aún más, cautivos
De esa suave melodía que emana de su idioma
Y que constituye una parte de su propio genoma.
Sobre la causa de mi estancia en tan bello lugar
No hay tampoco mucho que contar, casi nada
A no ser que, usando del poeta una frase entera
Os diga que fui allí solo para encontrar casada
“A una bella mujer, a la que tiernamente amé…
cuando estaba soltera”
Puedo hablar de sus ojos y también de sus manos
Puedo recorrer cada minuto de su vida, si quiero
A veces me parece verla desde cualquier agujero
Y otras veces llego a creer incluso ser su hermano.
Porque esto es el amor que, inexplicadamente
Te roba el intelecto y te introduce el virus de la pena
Te monda el alma y te aplica una especie de condena
Que es preciso cumplir, casi perennemente.
Fui a Francia para amar y amé con tanto celo
Fue tal mi intensidad, tan profundo mi anhelo
Que al terminar de amar, mi alma se hizo añicos
Como un trozo de loza caído del más alto de los picos.
Paris es al amor lo que Venecia al arte
Y yo vine aquí tan solo para amarte
No te encontré pues ya te habías ido
Tuve que regresar bastante más dolido
Y sin ganas de amar, aunque yo sé muy bien
Que volveré en verano si el tiempo lo permite
Y si nunca regreso, al menos intentaré decirte
Que aunque no nos veamos, yo te amaré también.
Y que más allá del áspero lenguaje
Más allá de la pena ya mostrada
Que viaja en un sólido carruaje
Por la estepa, infinita y nevada
Así que cien años pasen ininterrumpidamente
Sin que los dardos de Cupido nos persigan
Déjame que con estos versos yo te diga,
Que con o sin poesía, yo te amaré igualmente.-
Hay dos lágrimas furtivas....
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