Me ha ido tan mal en el amor, hasta el presente
que he decidido desenamorarme, y no pensar
en hacer regalos a la persona amada, ahorrar
hasta los besos que sin dudar, le regalaba antes
porque he visto que no hay reciprocidad en su mirada
y cada vez que le abrazo, siento algo de frío, y lloran
mis ojos, y ella oculta sus manos, que quizá tiemblan
sabiendo que más allá del deseo presente, no hay nada.
De experiencias pasadas podría hablar un rato
de cartas escritas al amanecer, haría un curso
y de los mensajes al azar, como último recurso
editaría un libro sin final, para vender barato
el relato de una vida alejado de cualquier esperanza
tristemente adosado al olvido, sin apenas apego
a ninguna variante del deseo o a ése amor ciego
que defendemos, mientras hay algo de cariño, a ultranza.
Y no es por hablar por lo que escribo, sino para callar
sobre cuántas ocasiones he desperdiciado en esta vida
para ser feliz, para estar con ella, e incluso para amar
aún sabiendo que la felicidad es una escalera de subida
y en cada peldaño hay una flor distinta, sin espinas
hay que cortarla, sí, pero con gran cuidado y tino
no vaya a ser que se despierte esa odiosa vecina
que calma todas sus desdichas con botellas de vino
y luego te dice la verdad, aunque te duela tanto
que prefieras huir y no escucharla, le da igual
pues su voz se oirá, aún cerrando a cal y canto
todas y cada una de las celosías de ése ventanal
desde el cual se divisa la bahía, nuestro lugar secreto
con barquitos de pega y otros de verdad, que transitan
por las gélidas aguas de un invierno gris, es un gran reto
que ellos superan sin aparente dificultad e incluso evitan
los grandes bloques de hielo, creo que se llaman icebergs
cuya presencia nos indica peligro, hay que estar vigilantes
porque chocar con ellos significa que te vas a hundir antes
o al menos, que te van a rescatar, si es que te llegan a ver
entre la espuma negra del mar embravecido cuya presa eres tú
molesto por la presencia de gente extraña, en sus frías entrañas
su fondo es muy oscuro, pero su superficie es también tan azul
que hace que las historias de naufragios sean tan solo patrañas.-
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