domingo, 18 de junio de 2017

ENTRE TANTA SOLEDAD (1)







Cuando se acerque el cénit y las nubes se abran paso
entre tanta soledad como hay en el azul del cielo,
el agua que baja por la helada montaña, será hielo
y tus besos, esquivos, irán pareciendo más escasos.

El pájaro hará su nido con ramas con mimo recogidas
y meterá en él sus huevos, para evitar que le quiten
aquello que más quiere, su posesión más preciada,
y no se marchará, a menos que de verdad lo necesite

y aún así estará volando, pero ojo avizor de lo que deja
pensando en cómo serán sus polluelos cuando nazcan
imaginando sueños de vuelos en familia cuando crezcan
tratando de desenredar, por sí mismo, la liada madeja

que supone conciliar la vida que uno quiere de verdad
con la que tiene, el modo de sentir la repentina soledad
que no se anda por las ramas, antes bien y de repente
aparece en el umbral, siempre con un traje diferente.

Cuando lleguen las sombras y el brazo armado del sol
se desmorone, debes pensar siempre y en cada momento
en instantes felices, en días bonitos, y no en lamentos,
y pintar en el viejo muro de la iglesia con un aerosol

las dos palabras mágicas, te quiero, que nos hacen felices
sobre todo, cuando al oído y siempre muy bajito me dices
y yo no te respondo, tal vez asumiendo que al responder
se romperá la magia de ése único, y ya lejano, amanecer

en el que nos despertamos juntos, en un hotel de barrio
no recuerdo si era ya verano o aún llevábamos abrigo
ya deberías saber que fui muy feliz, y ahora te lo digo
cuando mi corazón está desvencijado, hecho un zarrio,

y acuden a mi mente escenas sacadas de una peli antigua
en la que vamos juntos por la calle sin mirar nunca atrás
no importa cuando fue, o quien salía de la puerta contigua
tan solo importa el hecho de que fuimos dichosos y además

aún nos queda memoria para saber cuánto nos amamos
y que además de besarnos y abrazarnos también hablamos
aunque no hicimos planes, tal vez porque nunca se cumplen
los deseos de todos; puede que salga el sol o el día se nuble,

pero las circunstancias no cambian con el viento
ni tampoco se deberían obviar los pensamientos;
cada cosa en su sitio en como mejor puede verse
a veces las mujeres no saben bien el qué ponerse.

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