viernes, 9 de junio de 2017

INCLUSO AL AMANECER







Ahora estoy viendo el amor bajo otra perspectiva
puede ser que más lejana, pero también más real
y las flores me parecen incluso más atractivas
puedo hablar, sin repetirme, del amor en general

y los daños que provoque mi verborrea en tu oído
no son nada comparados con la herida de mi alma
devastada, por cuyo dolor exhalo auténticos alaridos
que se extienden suavemente como el aceite de palma.

Ajena a la circunstancia, te ha dado hoy por reír
y caminas presurosa quién sabe a por cual destino
y a tu paso se enamoran los pájaros en los pinos
y las cabezas se vuelven, para verte, me imagino

y los celos se apoderan un momento de mi ser
se distribuyen a cientos por mi cabeza y persisten
durante días y noches, incluso al amanecer
mientras toda mi entereza a duras penas subsiste.

Y voy a tiendas lejanas para no encontrarte allí,
y cuando pago la cuenta, veo tu foto en la playa
tu mirada me persigue, me vaya donde me vaya
y no pasaré a la historia por ser el hombre que fui

sino aquel otro distinto, tan celoso y posesivo
que nunca creí que hubiese una vida sin tu amor
ahora veo que es posible montar en el tiovivo
y marearse un poquito, aunque no sentir temor

pues el miedo no da fuerzas, antes bien te proporciona
una excusa competente para no dar palo al agua
quedarte en casa y no ver como el mundo evoluciona,
recorrer ríos y lagos, sin una triste piragua

o volar, pero sin alas, como suele suceder
cuando la melancolía anida en tus desvaríos
puedes llegar hasta el mar navegando por el río
pero antes o después te tendrás que detener

y en cada muelle que cargues provisiones y demás
encontrarás una excusa para no volver jamás;
en cada exclusa, una imagen repetida y desdichada
representa tus temores, es de la persona amada

y sobre todo, te dice que la vida es cuanto menos
un cúmulo de virtudes, cuyo alcance se envenena
cada vez que el mejor traje te pones para la cena;
viéndote tan reluciente, no se puede estar sereno.



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