viernes, 9 de junio de 2017

TODO UN CANTO A LA ESPERANZA






Después de unas largas y merecidas vacaciones
hemos vuelto al hogar , con la esperanza cierta
de tener siempre para el amor, la puerta abierta
y un momento para poner en común la emociones.

Aún nos da que pensar el tiempo pasado en el mar
junto a todos aquellos que parecen felices, y lo son
al menos por un poco de tiempo, el que suele durar
el periodo de asueto, tras de trabajar con gran tesón

de lunes a viernes, sin descansar nunca entre semana
haciendo del trabajo todo un canto a la esperanza
observando cómo se acerca la vejez en lontananza
en su forma más cruel, pero también la más humana.

La forma de afrontar la nueva vida nos marcará el futuro
y es posible que, en medio de la nieve, en el invierno
recordemos, con gran felicidad, los momentos eternos
vividos a la orilla del mar, desde un puerto seguro,

viendo salir los yates y las barcas, a pescar o a reír
observando la estela que dejan todos ellos al partir,
orlando las estrellas, si las hay, y surcando los mares
arrojando por la borda toneladas de odio y de pesares.

De cómo el ocio se impuso entre nosotros hay detalles
unos se pueden contar, y otros es mejor no recordarlos
aunque en cada ocasión que pudimos salimos a la calle
y en cada receso del amor, optamos por tratar de mejorarlo,

sin tener en cuenta que el destino ajusta cuentas de continuo
y aún admitiendo que el amor sea en sí mismo, una fiel utopía
nos quedó simplemente la sensación de haber perdido el día
en asuntos que no eran para preocuparse, un tanto superfluos.

Perdimos el norte cuando fuimos al sur para curarnos
de una enfermedad inexistente, cuyos síntomas pasan
desapercibidos, aunque en su mayor parte, traspasan
fronteras invisibles y muros construidos para retenernos

y el regreso no fue mejor que la ida, aunque pensando
en positivo, diríamos que en el vagón de cola, atestado
de personas con mucho equipaje, por el pasillo andando
no nos dimos de bruces con ése viejo amigo, tan pesado

que es capaz de convertir el mejor de los planes
en una pesadilla recurrente, destrozando ilusiones,
a las que aleja, al contrario de lo que hacen los imanes,
y tan sólo por eso, el año que viene no iré de vacaciones.



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