domingo, 30 de abril de 2017

SI EL MAR NO FUESE AZUL






Cuando surja el amor, como de una fuente sin retorno
espero estar allí, para empezar a llenar mi cantimplora
y después ir bebiendo algunos sorbos a cualquier hora
del agua que nos hará ver de otra manera nuestro entorno.

Cuesta creer que el cielo haya conspirado para hacer
que lo que ayer mismo no era sino un bello amanecer
no sea ahora más que una sucesión de horas muertas,
de hitos sin conseguir, y de no saber a ciencia cierta

si el día de mañana lo será también para nosotros
teniendo en cuenta que el amor, aún no ha crecido
vamos a procurar que el viento no produzca sonidos
y que en el espejo del salón, tan sólo se vea el rostro

amable de la más feliz de las sonrisas de este año
con todos los dientes a la vista, como esos monos
que sonríen todo el rato, y es para ocultar el daño
que les producen sus propios chillidos, cuyo tono

parecido al de una cadena que chirría sin pausa
es capaz de ahuyentar al cazador más avezado;
quizá mi corazón produzca un ruido parecido
es posible que así sea, aunque no sé la causa.

No me andaré por las ramas, como ellos; haré
que en cada unos de mis actos haya ternura
y hasta el final del día, sin descanso amaré
si para entonces he logrado una cierta cordura.

Porque el amor es simplemente una palabra
un pozo sin fondo donde el agua no se agota
campo donde el amante sus destinos se labra
serpentín de cristal que deja pasar alguna gota

muy de vez en cuando y de forma controlada
para que nadie nos pueda dejar en la estacada;
si el mar no fuese azul, sin duda no atraería
a tantos visitantes como van en fila, a mediodía

a mojar sus tobillos en el agua impoluta
a mirar esos peces que nadan y se ríen;
su color no será de una certeza absoluta
y quizá haya algunos que hasta desconfíen

de una superficie tan cambiante como la del mar
de unos besos que nunca son lo bastante sinceros
de una forma de vida que sólo consiste en esperar
a tener, para ser considerado rico, suficiente dinero.



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