lunes, 17 de marzo de 2014
YA NO IMPORTAN LAS PALABRAS
Suena, muy a mi pesar, la música del olvido
y en la calle las farolas han dejado de lucir
en mi corazón inerme, levemente compungido
aparecerá la sombra de un oscuro porvenir
tras la estela de una luz dominada por el viento
etérea como el manto que cubre la flor entera
sublime cual alma fiel esperando su momento
gentil como la ilusión de esperar la primavera
y sobre todo veraz, pues la mentira empobrece
todo aquello construido al borde de la locura
recorriendo sin cesar una especie de angostura
mientras el ocaso fiel, a traición, desaparece
para volver a salir cuando el sol nos despereza
no nos deja abrir los ojos, ilumina el corredor
y sale por la ventana tras de recorrer la pieza
sin pensar en lo que deja, de su halo, en derredor.
Sólo con que la nostalgia nos pasase por al lado
tan sólo con que el amor nos hiciese una señal
bastaría para amar, como aman los soldados
cuando empieza la batalla, quizá la guerra final
y escriben su última carta apoyados sobre el suelo
de una colina olvidada en una sucia trinchera
de su amada en la lejanía andan buscando consuelo
para poder hacer frente a la suerte que les espera;
y no importan las palabras, por la lluvia diluidas
tan sólo el mensaje vale, al menos éste ha llegado
pudiera no ser posible descifrar lo relatado
podría ser imposible siquiera emprender la huida.
Pero el fin de la misiva no sería en este caso
arrancar una sonrisa de labios de la lectora
se deduce de lo escrito que se aproxima su ocaso
o por mejor expresarlo, que ha llegado su hora
y busca en el firmamento una palabra escondida
pero el cielo le devuelve una mueca desabrida
no halla en la sinrazón de la guerra ni un motivo
para recordar los días cuando estuvo pensativo
y terminó decidiendo irse al frente sin su amada
de todas formas no dejan a las mujeres luchar
no es que la femineidad no les sirva para nada
simplemente es que han nacido todas ellas para amar.