jueves, 30 de noviembre de 2017

Y HASTA PUEDE QUE LLUEVA





Marcado a fuego en el horno del deseo, a contrapunto,
he cocinado un plato no apto para cualquier paladar;
lleva poca sal, pero hace falta un buen horno para asar
toda esta mezcla, que es al fin poesía, en su conjunto.

Lástima de cocina, tan limpia que estaba y cómo queda
tras de haber pasado yo unas horas en tu frágil refugio
usando cada plato limpio que encontré, cada artilugio
para poder ofrecerte, a tu regreso, una buena comida

hecha con amor, como las hacía antes de que el hado
cruel nos separase para siempre, aunque realmente,
nada es definitivo en la vida, acreditado ampliamente
por todos aquellos que escriben, estando enamorados.

Si supiese de verdad lo que te gusta, viajaría por ello
allá donde el mundo pierde su vigor y queda en nada
cogería los vuelos que nadie quiere, y haría burradas
tales como comer ancas de rana o viajar en camello.

Al dejar de verte, traté de olvidar cómo era tu risa;
cómo no se me ocurrió que sería contraproducente
viajar un tanto apresurado, es decir, muy deprisa,
siendo yo tan cabal, tan caballero, curiosamente,

acabé por perder los papeles y escribir con voz
discordante, mensajes que entendí eran veraces
pero la verdad duele, si se dice con un altavoz
es lo mismo que explicar al viento lo que haces

porque en este caso el eco, te devolverá los gritos
también las carcajadas si es que te diese por reír;
ahora no puedo pararme, pues tengo a medio freír
sanjacobos de carne, pollo y algunos pescaítos

que ya sé que te gustan, lo intuyo, aunque no me dijiste
que no siendo del sur, te gusta todo lo que allí se cuece
es cierto que el amor a veces duele, y no es un chiste,
pero cuando lo haces alguna parte de tu cuerpo, crece

como por ejemplo el corazón, sobre el que nadie manda
si acaso Dios, que dicen que puede estar en todas partes
nada me gustaría tanto como imitarlo, sería todo un arte
el poder pasar de un plato a otro, ir de vianda en vianda,

para luego tomar el postre muy ligeros de ropa, casi desnudos
para estar a la altura de nuestro padre Adán y de su pareja, Eva
quizá algún día Dios, que los separó, nos junte en esos mundos
tal vez para mi mal, ese día esté oscuro, y hasta puede que llueva.


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