PARA POSARSE EN TU PELO

Duele verse paseando sin rumbo por el jardín
alejados de aquel mundo que tanto nos ofrecía,
acongoja y entristece el hecho de que un delfín
tenga más inteligencia y aún más autonomía,

para nadar por las aguas procelosas de la suerte
para inundar de deseos el mar, que todo lo quiere
para disipar los celos de los que se creen fuertes
para vagar, sin destino, mientras las olas te hieren.

Hoy es día de ilusiones y mañana, de certezas,
cogeremos unas flores e iremos en procesión
hasta la lejana ermita, de piedra enorme bastión
y una vez ante el altar, bajaremos la cabeza,

rezando como cristianos una plegaria infinita
a la vez que deseamos que los deseos de cumplan
hoy toca misa, es verdad, quizá sea rapidita,
mientras afuera, de frío, hasta los álamos tiemblan.

No quisiera terminar sin hacer un llamamiento
al cariño, tantas veces denostado y despreciado;
no deseo mal a nadie, pero estando enamorado
y llevándote conmigo, siempre en mi pensamiento

quedan pocas circunstancias que nos impidan amar
si acaso esta vida ruin, que nos empuja a la nada,
respirando aires viciados, oliendo a tierra quemada
muy lejos de aquella brisa que emana del ancho mar.

Por amor he despreciado dinero y otras prebendas
ojala no me equivoque y acabemos nuestros días
en ese inmenso jardín donde no hay malvasías,
pero si tanto te gustan, puedes ir hasta la tienda

donde por unas monedas te dan flores y un jarrón
y también agua, está claro, sin ella mueren de sed
y se agostan, como el río cuando cesa el chaparrón
mientras la pérfida nube, con lluvia, espera su vez.

Todos nos enamoramos de un tiempo, a esta parte;
otras veces no queremos a quien de verdad nos quiere
no sé en cuantas ocasiones mi inteligencia interfiere
como un elefante ebrio, rompiendo el escaparate

de lo que fue un altar dedicado al dios del duelo
cubierto de fina hiedra, cultivada con esmero
por ángeles cuyas alas la protegen del tempero
que cae de forma suave, para posarse en tu pelo.



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