jueves, 23 de octubre de 2014

MÁS TARDE FUIMOS AL LAGO




Ayer estuve en la iglesia en la que nos casamos
Y en el restaurante donde celebramos el convite
El hotel donde aquella primera noche dormimos
Y también en el jardín donde una vez me dijiste

que lo nuestro iba a ser un amor interminable, eterno
un sueño trufado de cierta confusión, aunque posible
una sutil sucesión de carantoñas y de mensajes tiernos
me sonó a historia de ciencia ficción, por lo increíble.

Luego me fui al lago donde hicimos las fotos de la boda
todavía estaba el corazón que dibujé a punta de cuchillo
hay una fecha impresa y dos nombres en él, a carboncillo
ahora parecería anticuado, pero entonces estaba de moda

y la barca en las que nos desplazamos por el agua
conservaba los remos que nuestras manos sujetaron
tuvimos que hacer una maniobra para que no volcara
y por un instante fugaz quedaron a la vista tus enaguas

y ambos nos reímos como locos, pues éramos felices
que es algo consustancial al matrimonio, según dicen
volviendo la vista atrás aquello no parece una certeza
y los recuerdos de esos días, serán como las cerezas

puestas en una cesta, si tiras sin querer de la primera
salen todas detrás, en cadena, tras de aquella pionera
y cuando tratamos de recoger las que ya se han caído
siempre hay algún par de ellas que se nos han perdido.

Amar, querer, perder, son sólo verbos de movimiento
y su conjugación, nada difícil, depende del momento
prefiero el primero, porque me da la fuerza necesaria
para no tener que entonar cada día la misma plegaria.

Pero como en temas de renuncia, soy un gran experto
no se me hace nada raro escribir la palabra abandono
por tí debo decir que quedó mi corazón al descubierto
y sin embargo, a pesar de todo, de verdad te perdono

porque la vida es una sucesión de poesías cuando amas
y de caras amargas cuando el afecto no se queda a cenar
si fuese un pez, por ti sería capaz de perder las escamas
y de salir del entorno diáfano y protector del ancho mar

para correr desnudo por las calles en busca de un consuelo
que me negaste un día, sin saber bien por qué, tal vez hastiada
de parecer feliz, sin haber estado nunca de verdad enamorada
y de ser un ángel sin haber podido nunca ni acercarte al cielo.-




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