viernes, 12 de septiembre de 2014
ERROR CON ERROR SE PAGA
A veces el pensamiento es como una gaviota distraída
volando siempre a favor del viento, ya sea de poniente
o de alguna otra latitud para algunos quizá desconocida
sembrando los océanos sin parar con aquella simiente
que depositada en el lugar preciso, dará lugar a un fruto;
pero si el mismo viento se la lleva en su regazo no será
para la cercana primavera ni siquiera un simple arbusto
y sus penas convertidas en lágrimas pronto derramará
pues hay un buen trecho entre ser árbol de rama procelosa
o un pobre matojo perdido en la inmensidad de la sabana
deseando en su fuero interno dar a luz un capullo de rosa
esperando quizá que alguien se fije en él una mañana.-
y a la vista de la gente los hay que son una delicia
enormes y frondosos cuyas copas desafían al cielo
alejando su nudoso ramaje varios metros del suelo
provocando para recoger su fruto una cierta codicia
y otros son pequeños y asequibles con ramas delgaditas
más propias de plantas de jardín hechos para admirar
y cuyo único fruto, para ser observado, se debe de buscar
mientras contamos a nuestro intelocutor algunas cuitas.
me pareció imprudente pararme junto al árbol donde juntos
hicimos de una tarde gris un momento glorioso, inolvidable
así que seguí mi camino, al no recordar nada aprovechable
toda vez que hace ya tiempo que no compartimos los asuntos
y donde todo empezó, a la sombra del abeto escondido
entre ramas de otros árboles más altos y mas viejos
dejé mi corazón, otrora fuerte y sano, ahora malherido
en busca de alguna venda curativa en forma de consejo
pero tan solo encontré la huella de un zapato de tacón
incrustada en la arcilla derramada a lo largo del camino
recorrido por ambos, no hace mucho, entre rosas y vino
huella trazada en su día a conciencia, por alguna razón,
quizá para que yo la encontrase a mi vuelta y llorase
como sólo los enamorados saben hacerlo y vive dios
que estuve a punto de hacerlo, pero antes que comenzase
recordé que para asuntos del amor siempre hacen falta dos
y te imaginé a solas con tu vida, siendo la dueña total
de tu destino, sin mas horizonte que la línea trazada
por alguna de las virtudes de la que estás adornada
mientras yo por mi parte ya casi voy por el punto final
de todas las vivencias que he experimentado desde el día
en que me creí tan fuerte como para dejarlo todo de repente
así que cogí un pequeño hatillo de ropa y desafié el relente
de una turbia mañana de Diciembre, me fuí sin compañia
y lo que es más raro en mí, sin dejar nada escrito
ni una nota cogida con la tapa del piano del salón
ni unas letras torpemente garabateadas, sin razón
aparente, como si el escapar de tí fuese un delito
ya te echaba de menos, y no llevaba andados ni cien pasos
y con mis piernas pesadas como el plomo, quería regresar
me lo impidió el orgullo que casi me obligaba a caminar
consiguiendo evitar que mi mente pensase en el fracaso.
y en mi travesía ví muchos árboles, como estrellas fugaces
y en cada uno deje una letra de un mensaje trazado a fuego
con la esperanza de volver algún día, sin dejar para luego
todas aquellas cosas que tan sólo las disfrutas si las haces.
y así pasó el invierno y a mi vuelta no estabas, pero no te busqué
en la triste creencia que sin mí, la vida te estaría yendo de postín
a solas con mi oscura conciencia, salí a pasear por aquel jardín
donde algunas tarde de pasados veranos, con tanto ardor te amé
y al acercarme al abeto me pareció percibir una fugaz silueta
y apresuré mi paso por si pudiera ser un simple desvarío
confieso que caí, y también que lloré, aunque ahora me río
al darme cuenta de que al buscarte en casa, equivoqué la puerta.
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