lunes, 18 de agosto de 2014

HASTA LLEGAR AL HUESO





Me gustaría estar en casa a tu regreso
saber como te ha ido el día
si has sido feliz
o si

por el contrario ha sido una jornada rutinaria
de ésas que se olvidan a la mañana siguiente
y donde no hay ni un sólo recuerdo coherente
y se intenta huir de ellas, como de la malaria.

Te imagino en el bus camino del hogar
sentada junto al conductor, como solías
hacer cuando unas paradas antes, intuías
que la casa y el descanso, estaban al llegar.

Son sencillos recuerdos de un mundo compartido
atrapados en la red que teje el noble sentimiento
del amor, que agazapado, debe esperar su momento
para curar del todo las heridas de un corazón partido

y que a veces, igual que la nostalgia, nos invaden;
dejándonos sin aliento, y nos hacen reír o llorar
alternativamente, y de una cierta manera pueden
cualquier relación que no este asentada, malograr.

Pero como dijo el sabio, cuando se tiene a mano
tan sólo la esperanza de un anhelo, no conviene
dejar caer sobre la mesa todo lo que se tiene
creyendo tener la partida ganada de antemano.

Pues los hados no proporcionan casi nunca alegría
o por mejor decirlo, harían lo imposible para evitar
que el navío del amor se pasee en dirección al mar
para dirigirlo hacia las rocas, donde naufragaría

yéndose con él, al fondo, un montón de ilusiones
algunos alimentos y quizá también trajes de fiesta
de esos que brillan con luz propia en las reuniones
para las que siempre habrá mujeres bien dispuestas

a sacrificarse unos cuantos días antes y hacer dieta
someterse sin descanso a curas de adelgazamiento
haciendo, de parecer bellas, quizá su única meta
y para triunfar en el amor esperar su momento.-

afortunadamente tú nunca has sido así
es por eso que amo tu forma de pensar
tan cercana y sincera como ola de mar
y ahora puedo decir lo que por tí sentí

la primera vez que en el viejo autobús coincidimos
sentada junto al conductor con un libro en la mano
un paraguas azul sujeto con firmeza al pasamanos
y aquella mirada cruzada en la cual ya sentimos

la necesidad de compartir una vida en el futuro
la alegría del encuentro, la sorpresa de un beso
nunca correspondido, como el fruto maduro
que regala los sentidos, hasta llegar al hueso.-

Y es desde entonces que te quiero, con probado embeleso
y aunque ahora esté lejos y las luces de otra ciudad
iluminen mi vida, te juro vida mía, que es verdad
que hoy precisamente me gustaría estar en casa a tu regreso.-




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