viernes, 30 de mayo de 2014

SERÁ MEJOR NO AMAR




La felicidad es un caballo alado, difícil de atrapar
cuando crees que lo tienes plenamente domado,
piafando suavemente sin casi moverse de tu lado
de pronto extiende sus alas blancas y se echa a volar.

Como cesa de llover tras la tormenta, te deja de repente,
y para que no puedas llamarlo, no vuelve atrás la vista
pues una parte de su estrategia es mirar sólo al frente
y la otra es volar , intentando no dejar ninguna pista

y que nadie le siga pues sólo quiere ser feliz a su manera
y aunque para ello tuviese que emplear su vida entera
nada le haría variar el rumbo establecido de antemano
si siquiera el cariño, ese amor que viene de la mano

de minutos pasados tiernamente abrazados tras las rejas
de una habitación con vistas a la avenida del futuro;
puede que con el tiempo le dé por regresar, si tú le dejas
volviendo con el cielo, otrora azul, un poco más oscuro.

El amor en otoño es gris como la bruma que empobrece
la vistosa veranda del jardín donde crecen las flores
pradera amarga donde también las malas hierbas crecen
y donde en ocasiones tan solo se recolectan sinsabores.

Será mejor no amar una vez sobrepasados los cuarenta
y si hay que hacerlo, al menos tomemos precauciones
no hagamos nunca jamás el amor escuchando canciones
ni tampoco mientras fuera se está desatando la tormenta

pues la música amansa a las fieras, eso es bien cierto
pero nadie ha investigado sobre el papel de una sinfonía
en una relación que debe, para no morir, regarse cada día
igual que las flores del jardín o las plantas del huerto

y por otra parte los rayos cayendo sin control en el tejado
seguidos de los truenos, furibundos, que rompen la armonía
nunca serían capaces de proporcionar el ambiente adecuado
no ya para convertir una tierna escena de amor en una orgía

sino ni tan siquiera para esbozar un trocito de cielo
y a mitad de camino entre la dicha y el pozo del deseo,
te harán probar el sabor de las cadenas como a Prometeo
mientras el corazón de tu amada se volverá de hielo.

Los celos son los truenos con los que el amor toca a rebato
cuando se siente herido, lo que ocurre casi cada primavera
uno se sienta en la puerta y a veces es tan corta la espera
que ni cuenta te das que llevas esperando ya un buen rato.

Pero hete aquí que de repente aparece la persona amada
y allá en la lejanía la tormenta va dando su último estertor
para cuando ella llegue ya habrás casi quitado el cobertor
y tratando de obviar la cena, tendrás ya la cama preparada

pero el destino quizá tenga otra idea, tal vez esa mujer
tan solo se haya acercado para recoger sus pertenencias
cuando ella se vaya, sabrás de verdad lo que es perder
y con su partida se irán tu valentía y quizá tu decencia

y te echarás a llorar pues el llanto es el consuelo del que pierde
en una sola apuesta todo aquello por lo que merecía la pena vivir;
no te quejes aunque en tu pecho hay como un lobo que te muerde
pues ése animal, una vez amansado, te mostrará el camino al porvenir.