Hay una cierto halo de inquietud en tu mirada lejana
Atisbos de una perenne ilusión largo tiempo retenida
En pos de una circunstancia que proporciona la vida
En relación con el alba, que es la luz de la mañana.
Si Dios quisiera ser hombre y de su Olimpo bajase
Tan sólo debería ser un hecho aislado, un impasse
Entre sus muchos deberes, a los que debe atender
Para que nadie le acuse de usar muy mal el poder
Que tiene en tanto que dios y lo emplee con avaricia
Al igual que el niño apila en sus bolsillos los dulces;
En su pensamiento intuye que serán pura delicia
Pero pueden suponer una carga, a todas luces.
Puede que nunca dejemos de ser los niños que fuimos
Devenidos en adultos viviendo de un modo extraño
Cada instante nos acerca a cumplir un nuevo año
Lejos ya de los amigos que no ha mucho tiempo vimos.
Es eso lo que en tu mirada se refleja y pone fin
A un nuevo día de lucha, marcado por la ilusión
De acudir como solías a ver aquella función
En aquel viejo teatro, llevándote tu cojín
Debido a la escueta levedad del mullido del asiento
Y cuando todo el aforo está en continuo movimiento
Los principales actores dejan de actuar e improvisan
Un libreto diferente, al que nadie supervisa.
El atrezzo del teatro me ha vestido de amante despechado
Y con una espada al cinto, me ha ordenado dar mandobles
A todas las emociones que en la vida me han marcado
Evitando, en lo posible, golpear las partes nobles
Del enemigo invisible, ése que hace tanto daño
Como tormenta fugaz o persistente tornado
Ubicado en un lugar, puede que un poco alejado
Pero que acude a su cita puntual, como cada año
Y maneja los resortes de la vida en su conjunto
Administrando los tiempos con su reloj de pared
A ver pasar los minutos es un juego al que me apunto
En lugar de intentar atravesar un precipicio sin red
En busca de una ventura de dudoso resultado;
Hoy, por ayer, un refugio a tu vera yo he buscado
Me has echado como a un perro de tu casa y de tu lado
Y ya nunca podré saber si en algún momento me has amado.
