lunes, 28 de octubre de 2013

PENAS QUE AL VIENTO ATORMENTAN (2)



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que todos a su alrededor se sienten compelidos a darles el consuelo
que tal vez nunca hubiesen tenido a no ser que el halo de la vida
les hubiese envuelto con su luz anhelante, en fuego convertida
recorriendo paisajes como quien sale volando desde el suelo,

tan sólo para darse cuenta de que el cielo no es accesible para todos
que sólo algunos rayos son inocuos y las nubes parecen de algodón,
pero a nadie deberían dejarle salir al espacio, así, de cualquier modo
a no ser que quieran perderlo de vista, a la más mínima ocasión.

Sé que un día no vimos, porque no hay peor ciego que el que no quiere ver
y en el sendero que nos llevaba hacia la fama, se había formado un remolino
y todos los paseantes tan solo se preocupaban de si mismos, para no perecer
en una ruta hecha para el placer y que ahora se había convertido en el camino

hacia otra forma de vida tal vez más incierta, pero también mas pura
sin fronteras ni pasos fronterizos, tan sólo ruta abierta hacia la gloria
parábola preciosa del viejo que ya le había dicho adiós a su memoria
justo en el momento en que su existencia había ya dejado de ser dura.

Pero no nos pongamos tristes por ello, antes bien sonriamos
ante la adversidad como hacen algunos, que no paran de reír
ni siquiera cuando la vida, esquiva, se les va de las manos
y su existencia se convierte desde entonces en un sin vivir.

Porque llegará el consuelo en forma de terciopelo en suave manto
y la pomada de la ilusión cicatrizará las heridas producidas por el llanto
y cada vez que nos pongamos a rezar, pidiendo a Dios que nos ayude
la vida volverá a sonreírnos de repente si es que la esperanza acude

o en caso contrario tendremos que volver a empezar desde cero
tomando el camino que antes nos parecía largo y equivocado
y en cualquier recodo de la senda nos caerá un aguacero
que nos dejará, al menos en la parte de fuera, muy mojados.

Por eso no veremos lo evidente, porque ya no querremos caminar
por los pasos quebrados de la montaña azul con sus blancas laderas
pero tampoco nos será posible dejar ni un solo día de soñar
ni terminarán al anochecer su triste recorrido aquellas plañideras

por cuyo trabajo cobran en especie, porque el dinero no les satisface
cuando la mayoría de la gente hace un mohín de disgusto a su paso
e incluso allá en la lejanía el mísero burro hace como que pace
pero no por las razones expuestas estamos hablando de fracaso.

Porque el fracaso tiene muchas aristas, pero el éxito es romo y pulido
nadie quiere que le recuerden lo que hizo mal, ni lo que dejó de hacer
sobre todo si pudo realizarlo sin esfuerzo, tal y como debe de ser;
tal vez sea por eso que nunca me ha gustado el darme por vencido.