Muchas veces buscamos en el fondo del alma algún recuerdo
Que nos transporte al pasado, ése que ya no volverá jamás;
Y en el intento, después de recabar la opinión de los más cuerdos,
Nos dejamos la vida, jurando no volver a hacerlo, una vez más.
Hay veces en que la suerte nos toca por la espalda y va y se aleja
Y también instantes donde la propia solidez de nuestra fe se debilita
Pudiendo ver como la luz del padre sol, otrora luminosa, se marchita,
En el momento exacto en que la soledad y la nostalgia andan parejas
Y nos da por colocar a ambos lados del fiel de la balanza
Como si fuesen piezas elaboradas en fina porcelana
A un lado el cariño en forma de corazón sobre una peana
Y en el otro el alma atravesada por la punta de una lanza
Para ver quien de las dos se lleva el gato al agua; y despejamos
La duda existencial que ya torturó en el paraíso a Adán y Eva
Es decir, si amamos porque existimos o vivimos porque amamos
Sabiendo que es el deseo lo que hace que salgamos de la cueva.
Todo pasa y todo llega, y tanto da si estás o no bien preparado
Cualquier día la brisa, otrora bienhechora, pasará por tu lado
Y si no prestas la debida atención, se alejará de ti precisamente
Por no haber sabido llevar los asuntos del amor correctamente.
Y así andamos por la vida, sin nada que decir, sin objetivos
Tuteando al oprobio, haciendo eses por la autopista de la ira
Marcándonos tareas imposibles, ignorando al que mira
Y sobre todo sufriendo a causa del desamor, sin paliativos,
No quedará en el alma nada de lo que echar mano
Cuando el hastío provoque la desazón y el abandono
Ni tampoco habrá trompetas llamando a la alegría
Cuando vuelvas otra vez a casa, tarde como solías,
Tan sólo para cambiarte de ropa y seguir tu camino
Tan alejado al parecer del mío, con distinto destino
Con una inusitada convicción hacia el destierro
Con una mano blanda, oculta bajo guante de hierro
Con más pena que gloria, sin ninguna concesión a la esperanza
Llevando sobre ti el peso incólume del que a su amor todo lo fía
Sabiendo que en este mundo cruel todo se consigue, si porfías
Y sobre todo si te rebelas contra lo establecido, a contradanza.
Un día cualquiera arrancaré una hoja de un cuaderno olvidado
Y tomando prestado un viejo lápiz que esté bien afilado
Aprovechando el contraluz de la única ventana del salón
Aquella que desde hace mucho tiempo tiene roto el resbalón
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