miércoles, 28 de febrero de 2018

LUEGO VINO UN ÁNGEL







Estaba prisionero de tu amor, no pude irme
de la celda, daba vueltas sin fin, como la rueda
de un molino que tritura la harina, trigo firme
que luego en forma de blanco polvo, queda.

Luego vino un ángel, al menos eso creo
y me dejó una llave, accesible y certera
con la que seguro abriría la puerta entera
y saldría al patio, como un niño al recreo.

No sé si es buena idea librarme de ésta pena
porque cuando la cumples, quedas libre,
es verdad; se ha extinguido toda tu condena
y puedes tomarte un refresco a base de jengibre

No sé si es buena idea, repito, porque amar
sin saber si algún día serás correspondido
es como abrazar una nube, sin dejarla marchar
tan sólo para luego darte cuenta que se ha ido.

Decía que tenía una llave y quizá la use
todo depende de cómo me encuentre ése día;
si estoy feliz pese a no verte, no querría
romper el poema que en tu honor compuse

cada vez que me mirabas, asumiendo que un gesto
es más que un tratado de amor, aunque sea prolijo
como ves, me equivoco mucho cada vez que elijo
por eso voy dejando caer mis cuitas en un cesto

que ya está lleno, casi desde antes de ponerlo
son tantas y tan variadas las penas, que siento
una especie de dolor, que entre tanto lamento
nunca he encontrado la forma de perderlo.

Pero si al fin decido quedarme, quedará en el recuerdo
una luz navegando a lo lejos, allá en tus pupilas
dilatadas por la luz del mediodía, que graciosa titila
entre océanos de dicha, en los cuales me pierdo.

y cumpliré la pena, hasta el último día de mi vida
y me darán la llave guardianes sin escrúpulos
y beberá cerveza, si está hecha de lúpulo
y tal vez me halle a gusto en la movida.

Todo ello será en un futuro, ahora lejano, pero firme
habré pagado con creces la pena de haber amado
me condenaron quizá por haber roto aquel candado
pero seguro que antes de que volvieses, debí irme.-



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