miércoles, 28 de febrero de 2018

A LOS QUE SON VALIENTES







Tal vez quise volar, pero sin tener alas
subir algún glaciar, con ropa de verano
recoger el sol entero con una sola mano
disparar contra el mundo ésa última bala

que queda cuando todo alrededor estalla
se mueve el abanico dulcemente mecido
por manos de algodón, vaivén adormecido
cuya respuesta en forma de corriente estalla

y bajan los grados de calor unos segundos
y la tierra se hace más pequeña, chiquita,
creo que es mejor mirar de frente al mundo
o en caso contrario puede que te derritas

porque hay mucho que hablar sobre el cariño
y nadie tiene la patente de amar sin descanso
es sólo una fórmula más para no hacer el ganso
es todo o nada como esas rabietas de los niños

que hacen desesperar, en el parque, a los abuelos
cuando de repente lloran y se tiran por el suelo
nadie sabe qué pasa, aunque todos lo intuyen
seguro que el calor, en su conducta influye.

Ha tiempo fuimos niños, y la vida se nos pasó
volando; apenas hay recuerdos que no sean
trozos de algo lejano, que entonces nos marcó
como el aroma de la estación donde te apeas

o el humo distante del incendio lejano de unos arces
cuya corteza arde, al compás de las llamas, crepitando
nadie les prestará ayuda, pues esto es lo que el fuego hace
ahuyentar a los ya valientes y a los que lo están intentando.

Hoy toca releer los pensamientos, sufrir un poco
repasar ciertos momentos del pasado, con fotos
mira la que nos hicimos montados en la moto
o aquella otra que quedó un tanto fuera de foco;

pero que también vale, no es cuestión de tirar
por la borda un trabajo, del que se puede hablar
quizá ninguna quede para la posteridad, es cierto
pero pueden valer como marca para un libro abierto

y en el fondo no son sino pequeños detalles sin sentido
de una vida lejana y prematura, en una baúl cerrado
donde no entra el polvo, porque está bien sellado
con unas gotas de ése gran pegamento que es el olvido.


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