miércoles, 31 de enero de 2018

TE PROMETO VOLVER






Cuando no sepas nada de mí, ni haya noticias
de mi marcha o de mi vida, y en la espera
en el viejo sofá, donde tantas caricias
han quedado olvidadas; si aún no desesperas

te prometo volver, como regresa la gaviota
harta ya de volar, sobre terrenos ásperos
toda llena de polvo de nubes, un ala rota
y la sensación de sobrevolar un avispero.

Por donde sale el sol, hay una doble puerta
para cualquiera que entre o salga, el destino
casi no importa, a no ser que sea clandestino;
entonces las dos jambas se encontrarán abiertas

y al atravesar el umbral, veremos a lo lejos
restos de una batalla incruenta, sin heridos
ni muertos, ni cañones ni fusiles perdidos
si alguien ha de morir, sólo será de viejo

porque la muerte acecha a cada paso
y la vida no es más que un caminito
que a cada paso, te acercará un poquito
hacia el fin de los días, sí, hacia el ocaso

que a nadie indulta ni perdona, antes bien
castiga con dureza la nostalgia y la pena
espero estar de vuelta para cuando la cena
esté lista para dar con ella y deseo también

que el día haya sido productivo, sin lunares
en los que dejar trozos de piel y los sudores
fríos que entran cuando el jefe te da la vara
y no tienes ni siquiera el valor de plantar cara.

Entonces empezaremos a comer a dos carrillos
pasándonos el vino, la sal y un pedazo de pan
mientras allá en la tele, las noticias que dan
nos entretienen mucho; y de postre, membrillo

hecho en la soledad de un viejo zaguán
con amor y con arte, luego lo venderán
y quizá hasta alguien les felicite mucho;
aunque éste trabajo es como un serrucho

cuyos dientes, en ziz-zag, cortan deprisa
y el runrún que dejan, es muy sombrío;
hay algo que me llama la atención, me río
y entonces logro arrancarte a tí una sonrisa.



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