martes, 1 de agosto de 2017

SIN HACER MUCHO RUIDO




Amores hay a cientos, y para todos los gustos
algunos, ciertamente, sólo nos dan disgustos
otros se mueren de viejos, cuando llega su hora
el nuestro se fue en un tren con bastante demora.

Si me amaste, como dices, no debes de quejarte
aunque mis besos no llegaron a ser obras de arte
ni tampoco mis cartas, escritas a veces sin pensar
un poco como para salir del paso, pero sin caminar.

Aún recuerdo , a veces, tu sonrisa, perdida
en el medio de una habitación a contraluz
con sábanas arrugadas, y la ropa extendida
gozando del momento que nos dio juventud

mientras todo a nuestro alrededor envejecía;
el salón del hotel, la alfombra, el ascensor
todo era un buen lugar para hacer el amor
y anidaba en tu pecho un árbol que crecía

a la par que en el mío, las rosas florecían
en un jardín eterno, propio sólo de dioses
recuerdo con nostalgia, qué pronto te dormías
haciendo algunos ruidos, y quizá algunas toses.

Todo aquello pasó y luego nos despedimos
de cualquier otra forma, hubiese dado igual
nada es eterno aquí, todo lo que tuvimos
lo ganamos a pulso y no nos fue tan mal.

Es verdad que los sueños con el alba se van
es cierto que algún día, pudimos ser mejores
no conocí el amor, hasta que en un diván,
olvidándome un poco de pasados rencores

me sinceré contigo, frente a alguna bebida
en un bar olvidado de una calle escondida
a media luz los dos, como en la canción
poniendo en cada beso un poco de pasión

esperando el momento de irnos al hotel
contando los minutos para estar a solas
escribiendo poemas sin tener un papel
y tan lejos del mar, sorteando las olas.

Sí, me amaste, y te amé, como nunca he querido
con sentimientos ocultos entre dunas y estrellas
creí que nuestra historia no podía ser más bella
y por eso me fui, de noche, sin hacer mucho ruido.


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