TODO EL TIEMPO POSIBLE

Hoy voy a reflexionar sobre la vida, pues la muerte
no merece ni una sola línea, siquiera un pensamiento,
muchas veces el tiempo se nos va en puros lamentos
sin darnos cuenta de que, en el fondo, tenemos suerte

de estar vivos para equivocarnos y también para acertar
para tomar el té a las cinco, si nos da la real gana,
para ir a la piscina y no bañarnos, para ponernos a regar
el jardín con una manguera y un poco de desgana.

Cada día que pasa es un desafío a la ciencia;
de cómo se puede vivir tanto tiempo en la tierra
mientras allá en el cielo, una negra nube cierra
alguna esperanza cierta, trabajada a conciencia.

Los más longevos tal vez vivan un siglo entero,
y es patente el hecho de que, cuando se han ido
todo el mundo los recuerda, y sus seres queridos
llevan flores los domingos, al vacío cementerio

y oran ante la tumba del que fue su guía y su pasión
por los momentos pasados en armoniosa compañía
por los buenos ratos, por ser un dechado de alegría
lamentando que se cruzase en el camino del camión;

luego un frenazo en seco, sangre, una ambulancia,
el caos limitado a una calle en medio de la ciudad
aún medio dormida y con síntomas de vagancia,
y al final de toda esta historia un poco de soledad.

Vivamos hoy la vida como si no hubiese mañana
tomemos esos tragos que nos animen a reír
salgamos, si es preciso, saltando por la ventana,
y volvamos a la casa justo a la hora de dormir;

así nos quedará la nostalgia de días olvidados
bajo el límpido calor de agosto, arruinados
por querer hacer más de la cuenta, quizá
en la creencia cierta de que no volverán

a nuestras manos los besos que repartimos
a diestro y siniestro, creyéndonos millonarios
sabiendo, eso sí, que todo aquello que dimos
cuantas cosas repartimos sin tino a diario,

no son sino el fruto de una vida del todo dedicada
al ahorro de palabras y gestos, a tratar de vivir
todo el tiempo posible, pues cien años no es nada
sobre todo cuando se trata de intentar no morir.




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POR EL JARDÍN TE LLEVÉ

Por cuanto los deseos se ponen a la venta, en pareja
mientras allá lejos, en la distancia, en una casa vieja,
roturada la hierba por cuchillas perversas y gastadas
hay en el jardín una joven con las manos enguantadas

cortando tímidamente las flores con sus tijeras
llorando mientras lo hace creyéndose que daña
al duro tallo que resiste y con sus espinas fieras
compone, ante el ataque, un especie de maraña

en la que es difícil encontrar el camino hasta la rosa
meta capaz de poner en cuestión todo el entrenamiento
al que uno se somete cuando con un solo movimiento
se ha de recolectar, para otros, ésa flor primorosa,

que olerá hasta marchitarse en una buena solapa
o en un jarrón olvidado en cualquier rincón
de casas de postín, otrora olvidado bastión,
de un viejo dandy sin gomina y sin capa.

Por el jardín te llevé un día, con la esperanza
de volver con un sí, pero la lluvia cayó de repente
ahuyentó el hechizo y nos dejó zombis, como dementes
que tratan con vestidos mojados de tapar su destemplanza.

Ahora que la lluvia se ha ido en busca de otros lares
cuando el sol se ha impuesto a las nubes con holgura
en este momento en el que el amor, casi todo lo cura
es cuando puedo verte, antes de partir hacia lugares

en los cuales amar está prohibido, pues no hay lugar
para la dicha, tan solo el trabajo dignifica a los hombres
y no hay, como he dicho, ni sitio, ni tiempo para amar,
y en cuanto al cariño es mucho mejor que no lo nombres;

porque la debilidad consiste en amar sin perspectiva
en cartas primorosamente escritas que nadie leerá
cuyo triste final se parece mucho al de esas misivas
que una vez abandonadas en el cesto, nadie recordará;

mientras lo fortaleza consiste en recordar, punto por punto
de una historia fugaz y aunque fuese gris, cualquier instante,
no mirar nunca atrás, sino fijar la vista en lo que hay delante
y considerar el amor, como un negocio más, como otro asunto

en el que hay que invertir, pero eso sí, con las debidas garantías
no vaya a ser que la inversión se torne en ruinosa, sucumbiendo
al empuje de los brókeres del cariño, que exploran cualquier vía,
para ganar dinero, mientras los juegos del amor se van perdiendo.




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SE NOS OLVIDÓ EL AMOR

Se acabó el interés, todo el capital se nos ha ido,
malgastado en apuestas en casinos clandestinos,
a tan malos jugadores la suerte no ha sonreído
ahora viene lo peor, el enfrentarse a un destino

cuyos caminos, convexos, nos separan al andar
sabíamos que lo nuestro acabaría de este modo
tantas veces bordeando el precipicio del odio
se nos olvidó el amor y aprendimos a odiar.

El amor cuando se acaba deja un poso de amargura
el odio, si es que lo dejas, te retrotrae al pasado,
hoy tras de verte en la tarde estaba muy animado
la verdad, estuvo bien, fueron horas de locura,

y al menos para mí, la lección estaba clara
para decir la verdad hay que mirar a la cara
nada de medias verdades ocultas entre sonidos
que cada uno se quede desde ahora en su nido

que la triste soledad acabe por adueñarse
de cada alma que acaba con el amor, de repente
se suelen pedir disculpas cuando pisas a la gente
pero también esos pies, deberían apartarse.

Si soy culpable, y lo soy, el castigo merecido
sería tu indiferencia contra la que no hay defensa;
ayer poso de bondad y hoy alma que en si misma piensa
quién sabe si en un futuro me daré por aludido

cuando la historia me trate como al perverso galán
que tenía entre sus brazos a la bella y la soltó;
era un pájaro sin dueño, por la ventana voló
dejándome congelado, solo y triste, en el diván;

luego vinieron los llantos y los recuerdos amargos
cada día se me hizo más duro que el anterior
y el cartero me traía, a veces, sobres muy largos
si bien dentro nunca hubo ninguna carta de amor.

Hay verdades olvidadas y mentiras que recuerdas
como hay amores guardados entre risas y caricias
y personas que a veces te ponen contra las cuerdas
aunque su único defecto, pudiera ser la codicia.

Excéntrico como el lord que se pone su bombín
salgo a la calle a mirar, por si aún pudiera verte
observo que ya no estás, esta vez no tengo suerte,
para hacer que aparecieses debería ser Merlín.-




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LO QUE LLEVA CADA ROSA

Qué pensarás de mi cuando te hayas ido
calle abajo, llevando tus pequeñas maletas,
y sin mirar atrás, tras de haber asumido
que no siempre se consiguen todas las metas.

lamentarás un día la discordia que hubo
entre nosotros dos, la falta de un diálogo
sincero y relajado, quizá la clave estuvo
en que ninguno respetó aquel decálogo

cuyos puntos principales son, saber amar
y luego escuchar a la otra persona, si deseas
llenar tu vida de alegría, en lugar de llorar,
y convertir cada viaje, en pequeña odisea.

Hoy te verás a solas en el precioso andén
que tantas veces recorriste en mi búsqueda
en aquellas ocasiones el tren con su vaivén
te hablaba al oído con palabras muy quedas.

Y mientras tanto yo, ebrio y bastante cansado
trataré de recordar tu nombre; mientras tanto
el gato me mirará, extrañado de tenerme a su lado
quizá se ría un poco con sonrisa gatuna ante mi llanto.

Cuando todo aquello por lo que luchamos finaliza
y el alma, a la exacta luz de los fríos datos analiza
cuál de los dos merece quedarse en el gris olvido
y quien es el que más, en este caso, habrá sufrido;

cuando la luz de la luna no engrandece el cuarto
sino que parece encoger el corazón, es el momento
de ponerse a elucubrar sobre el destino incierto
al que suelen llegar las almas, en ése movimiento

cuyos pasos, muy bien cuidados, no hacen daño
tampoco te llevan a ningún sitio, si no quieres;
cada rosa lleva al menos una espina que te hiere
siendo un dolor que dura, por lo general, un año.

He leído atentamente el tratado del amor, sencillo
en su concepción, pero en su estilo un poco trabado,
quizá para otras persona no sea más que un asuntillo
pero para mí lo es todo, pues sé que estoy enamorado.

Y las horas pasan rápido frente al libro, indolentes,
dejando caer los minutos, como si fuesen hojas
de un árbol desconocido, de frutos inexistentes,
mientras mi corazón la margarita del amor deshoja.





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UNOS KILOS DE BONDAD

Por si vienes un día y me he marchado,
con tu traje de fiesta y tus botines,
en el bolsillo dos entradas de cine
y flores que aún no se han marchitado,

te dejo la llave junto al viejo jarrón
al lado del alféizar, frente al barandado
abre y pasa y si aún no has merendado
te puedes comer un poco de jamón.

Hay cerveza bien fría en la nevera,
y algunos ganchitos en la alacena,
estoy lejos, pero si te soy sincera,
quizá pueda regresar para la cena.

Hoy paso del amor, me dedico a lo mío
luego no aspiraré el preciado perfume
que acompaña a las flores y presume
de olor en primavera, y durante el estío

cancela sus efluvios, a la par que somete
a su preciada carga a un silencioso ajuste
no se le puede decir a nadie "ahora vete"
y menos con la esperanza de que le guste;

nos dijimos adiós, un poquito forzado,
tratamos de volar después sin ataduras
sobrevolando cientos de sitios animados
yendo por encima del sol sin la premura

de otros tiempos lejanos, remotos, olvidados
hechos jirones, como rotos por dagas afiladas
perennemente en soledad, cuasi desorbitados
que nos dejaron la sensación de no haber nada

a lo que tratar de asirse cuando el barco deriva
y su proa se hunde en el profundo y ancho mar
ya volverá a salir el sol cuando vuelva a flotar
y surque los océanos en busca de mareas vivas.

Mientras tanto el amor, agazapado como liebre
difuminado su rostro por trazos de tonos grises
enfermizo y quizá muy castigado por la fiebre
preparado para que si quieres su dignidad pises,

se alimenta de las viandas que nunca pudo pagar
y se llenará de deudas, por comprar su soledad
aún va pidiendo socorro a quien se lo pueda dar
pidiendo tan solo a cambio, unos kilos de bondad.




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SOMOS ASÍ Y QUE MÁS DA

Éramos muy poco dados a soñar en común, a compartir
momentos, y la vida, muy lista nos separó un segundo;
luego el tiempo transcurrió raudo por un valle profundo
y ahora llega el momento de recordarlo todo, sin sufrir.

Hubiésemos sido la pareja perfecta, la de los sueños rotos
por una realidad que se asemejase a una vida increíble
habríamos podido reducir las caricias a un punto asequible
quizá hasta hacernos olvidar los viajes a lugares remotos

para después volver más cansados que felices, abrumados
por la escarcha impoluta de la nieve, sucia de pisadas
y el serrín desparramado por el viejo guarda, con cuidado,
para que cualquier caída al suelo se quedase en nada.

No sé porqué dirijo mis plegarias al cielo, conociendo
la respuesta de los dioses a las oraciones de los hombres
algunas veces te hacen caso, según se lo vas diciendo,
en otras ocasiones incluso es preciso que les nombres

una por una todas tus reivindicaciones, y después,
si todos están de acuerdo se reunirán en asamblea
y cuando hayan llegado a un acuerdo, sin peleas,
resolverán los litigios en tropel, de tres en tres,

porque el tiempo apremia en la morada celestial
donde los relojes no necesitan pilas, ni baterías,
cada rincón está protegido por un dios especial
cada momento es único, de cada uno de los días

y a la hora del balance, colocan en la balanza
todos los logros visibles y otros no tan aparentes
los hay que todo lo entienden, esos son inteligentes
otros darán su opinión sin mesura, ni templanza;

y en el fondo la cuestión, que no es baladí del todo
volverá como el recuerdo acude a quien lo merece
en todo caso la pena, de cualquier manera y modo,
si la riegas con tus lágrimas, como un arbolito crece.

no hay nada en el horizonte que me recuerde tu piel
ni se adivina en el cielo una nube con tu efigie
no es la tristeza en si misma lo que tanto nos aflige
no hay que quedarse tan solo con el sabor de la miel

llegado el caso, el amor, se buscará otros lugares
más acordes con su idea de mirar hacia delante
no me esperes a cenar, ni la comida calientes,
porque hoy he decidido visitar bastantes bares.




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