sábado, 25 de junio de 2016

LO QUE LLEVA CADA ROSA







Qué pensarás de mi cuando te hayas ido
calle abajo, llevando tus pequeñas maletas,
y sin mirar atrás, tras de haber asumido
que no siempre se consiguen todas las metas.

lamentarás un día la discordia que hubo
entre nosotros dos, la falta de un diálogo
sincero y relajado, quizá la clave estuvo
en que ninguno respetó aquel decálogo

cuyos puntos principales son, saber amar
y luego escuchar a la otra persona, si deseas
llenar tu vida de alegría, en lugar de llorar,
y convertir cada viaje, en pequeña odisea.

Hoy te verás a solas en el precioso andén
que tantas veces recorriste en mi búsqueda
en aquellas ocasiones el tren con su vaivén
te hablaba al oído con palabras muy quedas.

Y mientras tanto yo, ebrio y bastante cansado
trataré de recordar tu nombre; mientras tanto
el gato me mirará, extrañado de tenerme a su lado
quizá se ría un poco con sonrisa gatuna ante mi llanto.

Cuando todo aquello por lo que luchamos finaliza
y el alma, a la exacta luz de los fríos datos analiza
cuál de los dos merece quedarse en el gris olvido
y quien es el que más, en este caso, habrá sufrido;

cuando la luz de la luna no engrandece el cuarto
sino que parece encoger el corazón, es el momento
de ponerse a elucubrar sobre el destino incierto
al que suelen llegar las almas, en ése movimiento

cuyos pasos, muy bien cuidados, no hacen daño
tampoco te llevan a ningún sitio, si no quieres;
cada rosa lleva al menos una espina que te hiere
siendo un dolor que dura, por lo general, un año.

He leído atentamente el tratado del amor, sencillo
en su concepción, pero en su estilo un poco trabado,
quizá para otras persona no sea más que un asuntillo
pero para mí lo es todo, pues sé que estoy enamorado.

Y las horas pasan rápido frente al libro, indolentes,
dejando caer los minutos, como si fuesen hojas
de un árbol desconocido, de frutos inexistentes,
mientras mi corazón la margarita del amor deshoja.





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