Hablemos hoy sin recato de la amistad que nos unía
Y brindemos por todos aquellos días que vivimos
Por la miel derramada, por los besos que nos dimos
Y por la tenue luz que sobre nuestros cuerpos incidía
Cuando el sol naciente, ése que ningún día elude su trabajo
Desplegaba sus rayos, tan livianos a veces que fenecen
Anulados por la obscuridad que se emplea a destajo
Sombra cruel, exenta de alegría, que al amor empobrece.
Descorchemos esa botella de champán que ahora duerme
Entre sueños en desuso, en algún lugar de nuestras vidas
Y tomemos a la salud de los ausentes, esa dulce bebida
Cuyos efluvios, o bien te resucitan, o te dejan inerme
Ante las embestidas del viento de poniente, casi siempre ligero
Que anda tropezando con las velas del barco del olvido
Y lo lleva a la deriva, por lugares ciertamente escondidos
Mientras a un puñado de nubes en el cielo, las trata con esmero
Al volver de ese viaje en el que no supimos
Acotar bien el tiempo, ni pergeñar la ruta
Debemos recordar aquello que dijimos,
En mitad de una charla, que sonaba a disputa
Algo así como que el sol no es el origen de la vida
Ni las nubes heraldos de un futuro aún por descubrir
Y que nunca nadie en este mundo nos iba a hacer sufrir
Ni tan siquiera en el momento final de una despedida.
Bebamos largamente, por si no hay un mañana
Cerremos las cortinas de la ventana al pasado
Y sirviéndonos de ejemplo un cariño olvidado
Resolvamos el enigma de la dulce manzana
Que en el Edén supuso un paso hacia otros mundos
Sin duda más humanos, pero también más fieros
De donde nuestros primeros padres eran oriundos
Y que han resultado ser ingrávidos y efímeros
SIGUE....///
