Intuyo que algún día estarás enamorada nuevamente
Y mientras esperas que se lleven los restos del helado
Por si estuviese yo, casualmente, en la mesa de al lado
Un poco como al descuido mirarás subrepticiamente
Mientras el hombre con el que ahora compartes mesa
Te observará con ojos de carnero rendido y degollado
Y aún con tu mente distraída y pensando en otra cosa
No dejará de decir que de ti está realmente enamorado.
Un poco por azar y otro poco porque el sitio lo merece
Le has llevado al que un día fue nuestro refugio fiel
Notas que el sentimiento de la pena en tu pecho crece
Y el suflé te deja en la garganta un sabor como a hiel
Y escuchas, sin oír, las palabras de este hombre que te adora
Y piensas en mí y en donde y qué estaré haciendo ahora
Los celos te consumen, y como es para ti un sentimiento ajeno
Te disgusta, al igual que odiabas encontrarte el sitio lleno
De personas que se limitaban a encargar la comanda
Devorando con ansia todo lo que le traían en el plato
Sin pausa ni descanso, comiendo tan sólo por pasar el rato
Sin prestar atención siquiera a las canciones de la banda
Que amenizó tantas veladas en las que compartimos
Un solo sentimiento, una cierta ilusión, y algún bocado
En las cuales vinimos, nos sentamos, reímos y comimos
Enviando nuestras manos, a través de la piel, algún recado.
Con un ojo puesto en ese hombre sentado frente a ti
Y con el otro dirigido hacia la puerta verde del local
Por si en algún momento me diese por entrar a mí
De la mano de alguna mujer de mirada angelical
Mucho más joven que tú esbelta y de porte primoroso
Vestida para la ocasión, de negro y con escote pronunciado
Con tacones de vértigo, que te obligan a un andar airoso
Pero también, so pena de caer al suelo, caminar con cuidado
Te alimentas con la delicadeza de las que son princesas
Casi reinas, incólumes y etéreas como la luz del sol
Eternamente bellas y encerradas en jaula de cristal
Donde el pérfido orgullo suele guardar sus presas.
… SIGUE
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