martes, 6 de julio de 2010

DESDE UNA TORRE EN EL CIELO.


Puesto que la distancia es insalvable y no existiendo
Autobús de línea o medio de transporte conveniente
Me quedaré aquí, estos pequeños versos componiendo
Para intentar explicarte de una manera convincente

El motivo por el que pienso que le has dado fulgor
A mi existencia primera, que adolecía de brillo
Pues nada mas conocerte se me apareció el amor
Y esto, si quieres creerme, no ha sido nada sencillo.

Aman las flores el agua que las riega en primavera
Al mismo tiempo que el aire suspira por detenerse;
Aman los peces las olas que los transporta a su vera
Y a veces se desorientan, sin llegar nunca a perderse.

El amor es como el mar positivo y congruente
Una mezcla de tristeza y de postales de otoño
En cada nueva estación le florecen los retoños
Y cuando llega el invierno en unión de su relente

Todo aquello que vivimos se nos viene a la memoria
En forma de dulces sueños hechos de melancolía
Darle cuerpo a nuestra historia será la meta del día
Y declararte mi amor es darle cuerda a la noria

Que girará tristemente sin oposición del viento
Deseando vivamente que nunca llegue el momento
En el que una mano cruel detendrá su caminar
Y los que están en lo alto, tan solo podrán gritar

A las nubes sus plegarias, mientras hacen testamento
Dejando a sus allegados todo lo que en tierra tienen
Rápido para ayudarles unos hombres rudos vienen
Y en tierra, sanos y salvos, los dejarán al momento.

Soy la ayuda, soy la noria y a veces soy el compás
Que delimita en un folio un círculo de bondad
Donde todo lo que escribo tiene visos de verdad
Pero es incluso posible que haya palabras de más.

En cambio tú, que conoces el fin de la soledad
Y la prisa por amar te ha cogido en pleno vuelo
Hacia soles esporádicos que iluminan sin piedad
Hasta el último rincón, desde su torre en el cielo

Tú, como digo, no amas sino que tan sólo intuyes
Que la vida es un torrente que circula distraído
Mientras a su lado, impávidas fuentes fluyen
En la búsqueda febril de un caudal sobrevenido

Y en la triste opacidad de una sombra de ternura
Te resistes a juzgar viejos amores que fueron
Como alabanzas inocuas que sin duda te dejaron
Una huella muy profunda en lo que fue tu hermosura

Y caminaste despacio por la senda del deseo
Sin saber que, contemplando como se pasa la vida
A veces puedes caer en los brazos de Morfeo
Y el hecho de dormir más no te curará la herida

Que la flecha de Cupido te hizo en el corazón
En una tarde muy fría hacia la mitad de Abril
Fuiste en busca del destino bajo la luz de un candil
Me acusaste de quererte, y extasiado, sólo te di la razón.

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