martes, 23 de marzo de 2010
Y DE MIS GANAS DE AMARTE
Nadie podrá nunca hacerme bajar del navío en el que juntos
Nos deslizamos por los mares del amor como si fuesen lagos
Y por los ríos del deseo, la dicha y el placer, en su conjunto
Mientras el sol se disputaba con el horizonte los halagos.
Nadie podrá decir que interrumpí nuestro viaje bruscamente
O que no te avisé del destino que después nos aguardaba
No podrán acusarme de jugar con tu alma impunemente
Ni de no haber guiado bien la nave que nos transportaba.-
No es mi estilo perder aquello que ha tiempo yo anhelaba
Ni hallar una razón para dejarlo todo como estaba
No siempre el amor es dócil, tanto como para domarlo
A veces se encabrita y se rebela y hay que saber pararlo.
Tú fuiste mi destino, al menos en aquella tarde fría
De principios de otoño de un año ya olvidado
Estaba anclado a ti como un perno oxidado
Y sin poder alejarme, ni dejarte, tal como suponía
Que me iba a pasar por estar tristemente a tu vera
Como se ve pasar desde el balcón la primavera
Igual que esas canciones que se entonan a coro
De recatadas voces y de letras escritas con decoro.
Soy parte de la orquesta que ejecuta esa canción
Alegre cuando vuelves después de cualquier viaje
Soy parte de tu vida y también del paisaje
Que se yergue despacio, pasado el septentrión
Y que se agosta a veces, una vez que te has ido
Esperando la gota que, en forma de tormenta
Dará lustre a tu vida y a mi dolor, sentido
Hasta que de mi tardío amor, tú te des cuenta.
Aunque se opone el mar, trato de conquistarte
Una vez que el ciego sol da la vez a la luna
Dejando que sus rayos duerman en una cuna
Hecha de soledad… y de mis ganas de amarte.
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